Dos ladrones de entre 40 y 45 años han logrado colarse para robar en casi un centenar de iglesias de Cantabria, Asturias y Palencia. Lo han hecho forzando las ventanas en plena noche con ayudas de palancas. Después, con un cable, se descolgaban por la fachada y, una vez dentro, con calma, abría una a una las puertas de la iglesia. Revisaban cada sala y se llevaban todo lo que encuentran a su paso.

Su botín es de lo más variado: desde la calderilla de los cepillos hasta los teclados, micrófonos, velas usadas y cerca de 140 figuras religiosas. La mayoría, sin apenas valor. "Es más los daños que hacen en violentar cerraduras y estropear cosas cuando pretenden robar que lo que roban en sí", explica Manuel Sánchez, obispo de Santander. Tan solo en una ocasión, en el Santuario de Valvanuz, en Cantabria, llegaron a robar una cantidad importante de dinero. "Fueron cerca de 1.000 euros de los belenes navideños", cuenta el obispo.

La Guardia Civil ha tenido que realizar una gran labor de investigación para localizar a los ladrones, que llegaron a actuar en más de 80 municipios diferentes. Utilizaban hasta cuatro vehículos distintos, cambiaban sus rutas de forma constante y actuaban siempre en zonas aisladas: "La mayoría eran zonas con poca densidad poblacional y también en iglesias o templos alejados de núcleos urbanos", explica Ainoa Quiñones, Delegada del Gobierno en Cantabria.

Así lograron pasar desapercibidos durante varios meses, en los que consiguieron despistar a la policía. "Mejoraron sus técnicas llegando, incluso, a inhabilitar sistemas de seguridad", cuenta Quiñones. Pero, finalmente, en plena carretera, fueron detenidos por la Guardia Civil. En el registro de su domicilio localizaron todo el botín y varias herramientas que utilizaron para los robos: palancas, un gato hidráulico, destornilladores y hasta un visor nocturno.

Los dos ladrones, un hombre y una mujer, de 41 y 45 años y vecinos de Villacarriedo, Cantabria, están en libertad con cargos a la espera del juicio.