Pese a este "leve descenso" respecto a 2016, el número de rinocerótidos tiroteados y muertos de manera ilegal "pone en peligro el futuro de la especie", insiste la organización conservacionista. El problema del furtivismo, además, es que "se está extendiendo a otras especies como el elefante", ya que el número de ejemplares de este mamífero cazados fuera de la ley se incrementó desde los 46 de 2016 a los 67 de 2017.

Para complicar aún más la situación, los furtivos han empezado a desplazarse fuera del Parque Nacional Kruger, la reserva de caza surafricana más grande y en la actualidad integrada en el Gran Parque Transfronterizo de Limpopo, con el objetivo de eludir más fácilmente los controles de las autoridades locales.

WWF ha denunciado que las redes de cazadores furtivos sobre el terreno están conectadas con otras transfronterizas de tráfico de especies salvajes y que en los últimos tiempos están redirigiendo sus esfuerzos hacia lugares donde el riesgo "es menor y los beneficios, mayores".

Para el responsable del Programa de Especies de WWF España, Luis Suárez, la reducción en el número de rinocerontes asesinados ilegalmente en Sudáfrica por tercer año consecutivo "es alentadora", de todas formas.

No obstante, Suárez se lamenta de que los números siguen siendo "demasiado altos", motivo por el cual "necesitamos seguir actuando, con más determinación y de forma urgente".