En un jardín, al sol, bajo la sombra de un sombrero y acompañado de Montse y Clara, "amigas catalanas": así hacía el aperitivo el Domingo de Resurrección el escritor Fernando Sánchez Dragó en Castilfrío de la Sierra (Soria), un pequeño municipio de 37 habitantes que ha sido el último hogar del escritor. El autor de obras como 'Eldorado', 'La prueba del laberinto' o 'Muertes paralelas' vivió sus últimos días (y años) en esta localidad próxima a Soria, a unos 30 kilómetros, dondefalleció el lunes de Pascua, 10 de abril, a los 86 años. De manera inesperada y a solo un par de horas de publicar en Twitter una imagen con "el gato Nano", encargado de darle los buenos días.
Una de esas dos amigas, Clara, había sido su editora en Planeta. 'Pax in terra', escribía después. Este mismo fin de semana, Sánchez Dragó publicaba otra imagen de su vida en Castilfrío, esta vez acompañado de José Ángel González Sáenz, "excelente escritor soriano" y también años atrás Premio Castilla y León de las Letras y profesor en Italia. Allí, en la Fuente del Suso, se mostraba un Sánchez Dragó sonriente acompañado de su amigo. Castilfrío es la localidad en la que Sánchez Dragó pasó sus últimos días, y el lugar donde escribió el discurso de ese mismo premio, el que su amigo González Sáenz recibió hace años, y que esperaba poder leer el 21 de abril en Valladolid. "Me lo he tomado muy en serio", escribía días atrás.
Castilfrío de la Sierra (Soria) se encuentra en la comarca soriana de Almarza y cuenta, según los datos del INE de 2022, con una población total de 37 habitantes, 22 hombres y 15 mujeres. Hacía solo unos días, el propio Sánchez Dragó explicaba que llevaba "siete días exactos" sin salir de la casa en la que estaba, "Estoy mejor dentro de ella que fuera, sobre todo en Madrid. Las paredes de mi vida son la soledad y el silencio. Dentro de un rato, pese a ello, y con alguna reticencia, voy a bajar a Soria para ver la procesión", escribía. No era la primera vez que escribía sobre su paso por Castilfrío: en marzo, otra foto, también con su gato ("echándome una mano o, mejor dicho, una pata", porque "así es como se cuece la buena literatura").
En los últimos años, Castilfrío se había convertido en el retiro espiritual de Dragó, donde vivía relativamente encerrado. "Apenas salgo de casa. Me acuesto a las nueve de la noche y me despierto hacia las seis de la mañana. Así un día tras otro, desde hace muchos años", explicaba el último invierno. Sin embargo, no parecía ser suficiente: hace solo unos meses aseguraba que este pueblo de la España vaciada no era suficiente para él. "Está en España, y lo que yo quiero es huir de ella".
Durante el último invierno, Dragó ya explicó que había tenido que dejar de ir a este pequeño municipio "fuera del verano, excepciones aparte", por el elevado precio del gas ("que es, para mí y para todos, insostenible").
Los Encuentres Eleusinos de Castilfrío
En esta pequeña localidad de Soria, Sánchez Dragó organizó el primero de sus Encuentros Eleusinos, una especie de comuna filosófica que congrega a todo el que así lo desee en torno a cursos y convivencias sobre "pensamiento, espiritualidad y salud". Quería que esto fuera la "obra de su vida", según aseguraba en una entrevista a 'El Mundo' hace ahora una década.
En Castilfrío vivió durante los últimos años, con salvedades momentáneas, y quería que estuviera su tumba, tal y como él mismo explicó hace ahora algo menos de un año. "A los 20 [años] una biblioteca es una ilusión, a los cuarenta un lugar de plenitud y a los sesenta un recordatorio permanente de que la vida no te va a alcanzar para leerlos todos" (Piedad Bonnet, "Qué hacer con estos pedazos", Alfaguara). Excelente. Hilo", escribía, para añadir después: "Y a los 85, que son los míos, una fosa común. Imagínenla. Tengo más de cien mil volúmenes. Estoy pensando en levantar una pirámide con ellos y plantarla junto al cementerio de Castilfrío, donde está mi futura tumba".