Policía y bomberos han rastreado un pozo situado en Pontevedra, por ladesaparición de Sonia Iglesias, de la que se perdió la pista en agosto de 2010.
Efectivos llegados desde Madrid, pertenecientes a la unidad de Subsuelo de la Policía Nacional, están coordinando estos trabajos, en los que han colaborado los bomberos de Pontevedra y otras brigadas policiales de la ciudad gallega.
El pozo que se ha inspeccionado está situado en una finca particular de Pedra do Lagarto, muy cerca de otro punto que en el pasado ya había formado parte de la investigación. Fuentes de la investigación han confirmado que este pozo había permanecido oculto o cubierto de matorrales durante años, pero se descubrió su existencia por las obras de una nueva carretera.
Los efectivos policiales han vaciado el pozo para revisar su interior y buscar pruebas, pero según los primeros análisis la búsqueda ha sido infructuosa. La finca en la que se encuentra este pozo, confirma la Policía, no es propiedad de ninguna persona que haya estado relacionada con este caso.
Sin rastro de Sonia desde agosto de 2010
El rastro de Sonia Iglesias se perdió en Pontevedra un 18 de agosto de 2010. Su entonces pareja, Julio Araújo, la llevó hasta una zapatería donde dejó unas sandalias para arreglar.
Después, volvió a subirse al coche con él, que contó que se bajó a los pocos minutos. Antes de ir a trabajar a la tienda donde era encargada desde hacía 15 años, había quedado con su hermana, pero nunca se presentó a la cita.
La ciudad de Pontevedra se empapeló de carteles con su cara y 800 personas participaron en una batida por los alrededores. Sin deudas ni enemigos, la investigación se centró en su círculo más cercano.
En 2012 la Policía reveló que las antenas de telefonía sitúan el móvil de Julio Araújo en el poblado chabolista donde se halló la cartera de Sonia, apenas unas horas después de la desaparición.
Sonia nunca denunció malos tratos, pero semanas antes de desaparecer acudió a una asociación de mujeres maltratadas: dijo que quería separarse de su marido, que se sentía acosada y que este incluso la había amenazado con un arma.
Su entorno declaró que tenía una relación con otro hombre y que le había dado un ultimátum a Julio para que se marchara de casa. La familia siempre ha sospechado de él. Su hermana, María del Carmen Iglesias, también lo cree así. "Creo que fue una víctima de la violencia machista", explicó en una entrevista en Expediente Marlasca.