Era un delincuente buscado por todo el mundo desde hacía más de 15 años, pero lo cierto es que estaba mucho más cerca de lo que se pensaba. Concretamente se encontraba en Málaga, desde donde se dedicaba al narcotráfico, según la Policía.

Podía hacerlo sin levantar sospechas porque se había borrado las huellas dactilares con un microimplante. Es una técnica ilícita en España que consiste en borrar la propia huella dactilar con métodos muy agresivos, "desde abrasiones con métodos físicos como lijas, ácidos o cortes múltiples", como explica Vicente Leis, director de la Clínica IDELIA.

Después, se implantan en las huellas piel de otra parte de su propio organismo. La portavoz de la Policía Nacional María Fernández, "tenía alterados los 10 dedos de las manos, de tal manera que si hubiera habido un cotejo entre la mano actual y la del pasado habría sido imposible identificarlo".

Con sus nuevas huellas podía viajar por todo el mundo supervisando sus negocios. Y una coleta, hecha con injertos capilares, le permitía despistar a los policías veteranos que lo conocían.

Porque este delincuente era uno estrecho colaborador de Sito Miñanco y ya estuvo en la cárcel por suministrar barcos para alijar droga desde Galicia. Ahora, ya está de nuevo en prisión.