En 2018, nada hará impedir que los españoles vuelvan a cambiar de hora para que se adapten de lleno a la temporada de otoño e invierno. Durante la madrugada del 27 al 28 de octubre, que cae en sábado y domingo, deberemos retrasar nuestros relojes una hora. Esto es, A las 03:00 horas serán las 02:00 horas en la Península Ibérica; en las Islas Canarias, a las 02:00 horas será la 01:00 horas.

Esto significa que esa noche ganaremos una hora de sueño, pero también implica que, a partir del 28 de octubre, anochecerá antes. Este cambio de hora ocurre en un momento incertidumbre sobre este sistema en toda Europa. La razón: este podría ser el penúltimo ajuste que España tenga que poner en marcha.

En 2019, los países de la Comunidad Europea deberán elegir entre instalarse de forma definitiva en el horario de invierno o en el de verano. Como se desconoce la fecha exacta en que se lleve a cabo este ajuste horario, cabe la posibilidad de que, en la madrugada del sábado 30 marzo al domingo 31, debamos cambiar la hora de nuevo.

Pero ¿qué efectos o consecuencias tiene sobre nosotros y nuestra rutina variar la hora en invierno? Aunque a simple vista no se note en el día a día, a nuestro cuerpo, que prefiere la rutina y el equilibro, le cuesta adaptarse a estos cambios tan bruscos. Está comprobado que, con este cambio, se produce menos melatonina, que es una hormona que facilita el sueño y regula los estados de vigilia según la luz solar.

Este cambio puede afectar al ritmo circadiano y provocar, en esta línea, una mayor sensación de cansancio al levantarse cuando aún no ha amanecido. Los efectos del cambio de horario en invierno empiezan entonces por los problemas que pueden presentar las personas para conciliar el sueño y, en consecuencia, ser víctimas de una continua sensación de cansancio. Ello, además, puede provocar sensación de irritabilidad, cambios en el estado de ánimo o falta de recomendación.

Estas razones han llevado a los expertos a plantear una serie de medidas saludables para evitar que el cambio de hora pueda afectar de forma tan brusta a nuestros hábitos cotidianos. Entre ellos, adelantar poco a poco las comidas y cenas, llevar una dieta saludable, aprovechar la luz solar al máximo y hacer deporte, entre otras propuesta.