La costa alicantina entre Denia y Calpe está trufada de pequeñas calas remotas, son lugares espectaculares pero que pueden resultar casi inaccesibles. Estas playas desiertas tienen un precio por la gran dificultad de llegar a estas zonas, como por ejemplo: deslizarse por paredes verticales con una cuerda, bajar cientos de escalones o recorrer sendas rocosas.
“A veces para llegar a los sitios más bonitos hay que esforzarse un poco”, nos cuenta una de las personas que disfruta de estas calas. “Cuanto más difícil es el acceso se supone que más intersante es la cala que se visita” afirma Josep Femenia, alcalde de Poble Nou de Benitatxel.
“No hay tanto turismo, estás mucho más tranquilo”, asegura un visitante de estas calas. Muchas de ellas incluso no aparecen en mapas turísticos. Una de las formas de acceder a ella sin correr tanto el peligro es por medio del mar. Lorenzo López, Oficina de Turismo de Jávea: “Hay bastantes escondidas a las que no se puede llegar en coche, y por el mar es la manera más sencilla”.
En la cala Ambolo advierten del peligro del desprendimiento de grandes rocas, pero los turistas que consiguen llegar aseguran que merece la pena. El regreso de estas calas a veces es más de veinte minutos de caminata, que en ocasiones es un precio asequible a pagar para los que buscan un lugar tranquilo este verano.