Subidas a la mesa, picoteando los restos de los clientes y sin inmutarse cuando intentan espantarlas: así actúan los cientos de palomas que tienen invadida la plaza de la Catedral de Cádiz.

Están presentes a cualquier hora y espantan a muchos clientes que describen como "insoportable". Además, provocan el enfado de los hosteleros, que aseguran que pierden ventas porque "hay personas que no llegan ni a sentarse cuando ven la invasión que hay" e incluso tienen que volver a servir comidas porque las aves las picotean.

Las palomas no se conforman con quedarse en la terraza y también entran dentro de los bares como si fuera su casa.

El ayuntamiento conoce la problemática y tiene preparado un plan para limpiar la plaza de palomas, capturarlas con redes y llevárselas a 800 kilómetros. Concretamente a la localidad Valenciana de Ribarroja del Turia.

La misma medida se ha tomado previamente en otras ciudades. En Barakaldo se hizo en 2006 y 2011 y hubo que capturarlas con redes en Avilés, donde las palomas fueron trasladadas a A Coruña. Y en Barcelona, para controlarlas, se distribuyeron dispensadores de maíz con una sustancia que inhibe el deseo reproductor de las aves.

Hasta que se lleve a cabo en la plaza de la Catedral de Cádiz no queda más remedio que compartir aperitivo con ellas.