Lo intentó disimular con toda frialdad. Concediendo una entrevista en televisión para denunciar la desaparición de su madre adoptiva.

"Puede estar tirada por ahí, ha podido ser secuestrada... sinceramente no lo sé, solo espero que alguien la vea", afirmaba ante los medios.

Pero ella y su pareja siempre fueron los principales sospechosos del asesinato de Amelia para la Policía portuguesa. Que los ha detenido y acusado de un asesinato macabro, planificado y con un móvil determinado.

Drogaron a Amelia en la cena del sábado 1 de septiembre, le propinaron después martillazos para acabar abandonándola todavía con vida envuelta en llamas. Los bomberos actuaron en la zona forestal, pero el cadáver no fue encontrado hasta días después.

Decidieron matarla, así lo han confesado, para heredar las propiedades que la fallecida poseía. Era conocida su tensa relación, la víctima ya lo advirtió: si un día aparecía muerta, las miradas debían apuntar a su hija.