Cuenta la leyenda que un agricultor prometió su alma al diablo. Cuando este la reclamó, el agricultor le contestó que se la daría cuando el algarrobo no tuviera fruto. Sin embargo, este árbol, cultivado ampliamente en el Mediterráneo, "siempre tiene fruto", según explica el agricultor Francisco Silvestre a laSexta.
Un fruto que, además, ahora se paga mejor que nunca: en dos años, el precio de la algarroba ha aumentado un 110%. "Ahora nos pagan el kilo a 1,40 y antes nos la pagaban a 20 céntimos", explica Francisco. "2.000 kilos aproximadamente son 2.800 euros, cuando antes hubiera sido 200-400 euros", ilustra.
Una rentabilidad por la que ha decidido plantar más algarrobos. "Aquí se han plantado 97 árboles y a este precio dentro de cuatro o cinco años tendremos una buena rentabilidad", indica. En España, son más de 42.000 las hectáreas cultivadas de algarrobo.
En dos años su demanda ha aumentado un 50% porque la algarroba ahora tiene más usos. Así, aunque "antiguamente era para el ganado, para los caballos", ahora también se usa en la alimentación humana, según explica Julián Cervera, presidente de la cooperativa Fruitsecs.
Y es que de una vaina se aprovecha todo. Juan Carlos Balaguer detalla que de la pulpa se hace un polvo parecido al del cacao con el mismo uso y de la semilla se extrae un producto que sirve de espesante en la fabricación de gelatinas y salsas.
Así, la algarroba ha pasado de producto marginal a estar de moda por sus propiedades. Desde el Colegio de Nutricionistas de la Comunidad Valenciana, Ruth García señala que "es un alimento rico en proteínas, hidratos de carbono complejos -que son hidratos de carbono saludables-, antioxidantes, vitaminas y minerales y también fibra".
Además, ahora está presente en más productos, como sustitutos del cacao instantáneo, harina de algarroba, galletas, pasta para untar o tabletas, entre otros. Y, según afirman en los puntos de venta, lo cierto es que hay demanda.
Un árbol del pasado que, a su vez, tiene un gran futuro porque resiste muy bien los cambios climáticos. Además, "es muy sostenible", según apunta David Romero, técnico de frutos secos de la Asociación Valenciana de Agricultores (AVA), porque "no existen plagas que le afecten" y absorbe "una gran cantidad de CO2". Eso sí, no resiste los robos, que en estos dos años también se han duplicado.
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