El CSIC ha descartado que el bólido que sobrevoló el este peninsular durante la noche del viernes al sábado fuera un misil balístico, como se barajó en un primer momento. Así lo ha indicado el propio organismo en un comunicado este sábado, después de que un equipo de investigadores del Instituto de Ciencias del Espacio analizara en detalle las imágenes y mediciones tomadas del bólido.

"Los datos preliminares obtenidos hasta el momento nos hacen decantarnos por que el bólido fuese producido por la reentrada de un objeto artificial en órbita terrestre", ha indicado el astrofísico del ICE y coordinador de la Red de Investigación de Bólidos y Meteoritos, Josep María Trigo. Reentradas que, según el investigador, "son cada vez más frecuentes".

"Medidas precisas de la velocidad del objeto durante la ablación en la atmósfera nos permitirán dilucidar su naturaleza concreta y, particularmente, si pudiese tratarse de un bólido rozador más inusual", ha añadido Trigo. Según la Red de Investigación, el bólido, procedente de Francia, sobrevoló a las 23:59 horas Girona y Barcelona para adentrarse en el mar Balear y acabar su recorrido al sur de la Comunidad Valenciana, lo que permitió que fuera grabado y fotografiado por numerosos aficionados a la astrología.

Entonces, ¿qué era?

Así, el bólido que cruzó el cielo no era un misil ni un cometa, sino basura especial: en concreto, los restos de un satélite Starlink, según la Fuerza Aérea Alemana. Desde 2019, Elon Musk ha rodeado la Tierra con estos satélites que permiten conectarse a Internet. Según el astrofísico Daniel Marín, "se puede diferenciar de forma muy sencilla porque el satélite se desintegra, entonces se pueden ver diversos fragmentos, cómo van entrando en la atmósfera terrestre".

Musk lanzó sus primeros 120 satélites en 2019 y, un lustro después, ya son unos 6.000 los que rodean la Tierra formando un enorme cinturón, pero el dueño de Spacex quiere más y su objetivo desplegar hasta 42.000 para proporcionar Internet en todo el mundo.

Sin embargo, los expertos aseguran que la acumulación de satélites en órbita baja puede suponer un gran problema, por la "contaminación lumínica, que afecta tanto a personas que quieran ver el cielo como a astrónomos profesionales", según advierte Marín, y por "el problema de posibles colisiones en órbita, porque, aunque la probabilidad sea muy baja, Spacex está lanzando miles y miles de satélite".

Los satélites de Musk suponen ya más de la mitad de los que orbitan alrededor de la Tierra y en breve, les seguirán los de otro milmillonario, Jeff Bezos, que quiere crear una constelación de 3.000 satélites.