Las vacaciones, para muchos, han llegado al fin y, aunque parezca que nada puede empañar el tan ansiado momento de poner rumbo a hacia el paisaje idílico que soñamos, lo cierto es que en el camino dejamos otro mucho menos idílico: la basura que se acumula en las cunetas de las carreteras.

Puede parecer que es suciedad acumulada sin más y que no tiene tantos efectos, pero nada que ver: una sola colilla puede contaminar hasta 50 litros de agua dulce y una botella de agua abandonada por el camino terminará liberando microplásticos que llegarán en algún momento al mar.

Incluso un residuo orgánico aparentemente inofensivo puede estar detrás de atropellos a animales. De hecho, según explica Miguel Muñoz, portavoz de SEO Birdlife, "es una de las principales causa de muerte de muchas de las especies, grandes mamíferos y grandes rapaces, que tenemos en la Península ibérica".

Un 53% de los residuos abandonados en las carreteras los han arrojado los conductores y el 23% los peatones, según datos del proyecto LIBERA. Parece que el hecho de ir subidos en el coche nos ciega y, aunque hemos mejorado -"Antes se veía que te vaciaban el cenicero", recuerda una conductora- aún perduran las conductas irresponsables: "Justo viniendo para acá he visto cómo tiraban papeles", afirma una joven.

Entre los datos más preocupantes, según la campaña LIBERA, existe el peligro de que los jóvenes también caigan en este gesto que ya debería estar erradicado, o que solo un 26% esté dispuesto a renunciar a su coche privado para contaminar menos.