Cuando se habla de desahucio, la imagen que se viene a la mente está clara: un grupo de gente congregada con pancartas para frenar esa expulsión. Pero la realidad es que también hay desahucios invisibles. Esos en los que el aumento del precio del alquiler está obligando a familiar a dejar su casa al no poder hacer frente a una renta más alta. "Cuando los inquilinos o los ejecutados hipotecados abandonan la vivienda antes de una orden de desahucio o que tengan la obligación de marcharse", explica el abogado de Sindicato de Inquilinas, Víctor Manuel Palomo.
María José ha sufrido un desahucio invisible recientemente. Todavía está terminando la mudanza. "A mí me han echado, no me he ido porque quisiera porque me apeteciese. A mí me han echado de mi casa, me han obligado a marcharme". Su casero le exigía 1.500 euros de alquiler. Ella hasta ahora pagaba 900. "Recibí burofax y me dijo que tenía que abandonar la vivienda sin ningún tipo de negociación", cuenta a las cámaras.
Los abogados le insistieron en que tenía margen para reclamar ante la justicia, pero ella no se sentía con fuerzas. "No me encontraba en situación de pelear. Me pilló en una época un poco baja, con una depresión y estaba sometida a mucha presión, no podía más y me tuve que buscar otra cosa", confiesa. De ahí, que los llamen desahucios silenciosos o invisibles.
"Es un desahucio encubierto porque dejas de pelar por algo que tendrías oportunidades, explica el presidente de la Fundación Piscología Sin Fronteras, Guillermo Fouce. "La gente entra en pánico y se marcha, aunque no tenga razones legales o pudiera pelear en un juzgado", añade el abogado del sindicato. El cansancio y miedo por lo que pueda ocurrir lleva a muchas personas a evitar el juicio o un enfrentamiento con su casero.
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"Hay sensación de desgaste permanente. Ese asilamiento, esa tristeza y fracaso y sentimiento de culpa y eso es lo que te lleva a dejar de pelear", relata Fouce. A ellos los echan de su casa, defienden, aunque sea sin hacer ruido.