Ignacio Aguado anuncia que Sanidad ha accedido a incorporar a las farmacias madrileñas en la estrategia de diagnóstico precoz del coronavirus, por lo que Madrid podrá contar con ellas para hacer cribados masivos en zonas con alta incidencia.

Ya esta mañana, fuentes de la Consejería de Sanidad aseguraban que, en una reunión técnica previa, el Ministerio se había mostrado "favorable" a la realización de test de antígenos en el ámbito de estos cribados poblacionales.

Ambas administraciones, según las mismas fuentes, mantendrán otra reunión en los próximos días para avanzar en el protocolo para la realización de estas pruebas en farmacias, pero, ¿cómo son estos test? ¿En qué se diferencian de otras pruebas de la COVID-19?

Distintos tipos de pruebas

Las PCR, los test de antígenos, serológicos o de saliva son algunas de las pruebas más extendidas o que están investigándose para desarrollar exámenes más fiables, rápidos y -sobre todo- menos invasivos para detectar el COVID-19. Estas son las diferencias entre unos y otros:

Test de antígenos

Los test de antígenos han supuesto una revolución por la velocidad con la que se puede conseguir un resultado: apenas 15 minutos, facilitando cortar la cadena de transmisión del virus mucho antes.

En concreto, lo que detecta esta prueba (también a través de las mucosas nasofaríngeas) son los antígenos, unas proteínas del virus. Su fiabilidad es muy alta -entre el 87 y el 97%- y son más asequibles. Sin embargo, los expertos advierten de que son especialmente fiables en casos con síntomas y no tanto para el cribado masivo para detectar asintomáticos.

La realización de estas pruebas en farmacias ya se practica en Francia. Sin embargo, su aplicación en España provoca dudas en el Ejecutivo central, ya que exige que las farmacias utilicen horarios determinados o corredores seguros para que los posibles contagiados puedan acudir a testarse sin peligro de infectar a otros clientes.

Test de anticuerpos en casa pero con receta

En farmacias ya se han comenzado a vender los test de anticuerpos, bajo receta médica. Con ellos se busca la respuesta del cuerpo al virus, en vez de al propio coronavirus.

Estos test pueden hacérselos los propios usuarios en casa y detectan dos clases de inmunoglobulina: la M (IgM) y la G (IgG). La primera surge con los primeros anticuerpos en la primera fase de la enfermedad, por lo que podría indicar una fase activa del COVID-19. La segunda detecta unas células más tardías dentro del sistema, que indican un 'recuerdo' de la enfermedad pero que se produjo hace más tiempo.

Desde esta semana están disponibles en farmacias bajo prescripción y a un coste de 25 euros la unidad. El resultado, aunque lo consiga el propio paciente, deberá ser remitido a un centro de salud para que realicen el control de la enfermedad. Algunos expertos critican esto, ya que solo quienes se lo puedan permitir accederán a ellos y no responde a una estrategia de salud pública coordinada.

Este último test se realiza a partir de una muestra de sangre que ahora los ciudadanos podrán sacarse ellos mismos. Sin embargo, no resulta tan efectivo a la hora de detectar el virus en fase activa y su resultado tiene que ser confirmado con PCR.

PCR

La PCR (siglas en inglés de 'Reacción en cadena de la polimerasa') se ha visto como la prueba más certera y extendida, aunque la necesidad de su paso por laboratorio ralentiza la obtención de un resultado entre 24 y 48 horas, por lo que ahora mismo se está optando por vías más rápidas.

Gracias a la introducción de un bastoncillo para conseguir una muestra de mucosas de la nariz o la garganta, se puede detectar un fragmento del ácido nucleico del SARS-CoV-2, el nuevo coronavirus. En el supuesto de ser positivo, se entiende que el virus continúa expandiéndose y hay capacidad de contagio.

Ahora mismo hay dos vías para conseguir esta prueba: o remitida por las autoridades sanitarias en caso de exposición al virus o como prevención, o por lo privado, pagando cantidades que oscilan entre los 100 y 300 euros para el análisis en un laboratorio privado.

Test de saliva

Para fomentar pruebas menos invasivas, se están desarrollando test que analizan y buscan el virus en la saliva. Por ejemplo, la empresa catalana Linkcare Health Services ha iniciado la validación clínica en el Hospital Nostra Senyora de Meritxell de Andorra de dos nuevas pruebas rápidas en saliva y mucosa bucal de nueva generación para detectar el COVID.

Se trata de un test de antígenos y otro de anticuerpos IgA/IgG, no invasivos y que se podrán administrar masivamente y con la frecuencia necesaria para facilitar la identificación y aislamiento de los portadores asintomáticos del virus, según ha informado la empresa.

"El nuevo test de antígenos en saliva de Linkcare facilita hacer pruebas rápidas y económicas a determinados colectivos e incluso a poblaciones enteras para identificar y aislar los positivos. De esta manera se rompen las cadenas de transmisión y se limita al máximo el confinamiento a los portadores", han destacado sus impulsores.

Según sus diseñadores, en el caso de las personas con síntomas, y en períodos donde la gripe estacional puede ser fácilmente confundida con el COVID-19, este test rápido también permite diferenciar con celeridad el COVID de otras enfermedades respiratorias.

Test de antígenos en farmacias

El plan de Madrid para la realización de test de antígenos en farmacias enviado a Sanidad prevé que solo se puedan realizar a personas que "no muestren ningún síntoma" de la COVID-19.

Además, solo podrán realizar las pruebas los farmacéuticos titulares y los adjuntos, regentes o sustitutos de una oficina de farmacia que hayan superado los "cursos de actualización de conocimientos" acreditados por el Colegio Oficial de Farmacéuticos.

En cualquier caso, la participación de las farmacias en los test será voluntaria y se podrán acoger a uno de los dos modelos propuestos, "según el municipio donde se encuentre la oficina".

El primer modelo es el formado por aquellas farmacias que puedan realizar los test durante su horario de apertura y que deberán disponer de un "circuito de acceso a la zona acotada donde se realice la prueba". El segundo grupo incluiría a aquellas que decidan realizar los test tras el cierre al público y que deberán facilitar a la Administración el horario específico para tal fin.

En ambos casos, los establecimientos deberán contar con una zona específica que se desinfectará después de cada prueba y que deberá disponer de ventilación natural o mecánica y una zona de información para la entrega de documentación y de recomendaciones higiénico-sanitarias.

Según la Consejería de Sanidad madrileña, "las farmacias recabarán del paciente los datos necesarios que sean precisos para la posterior comunicación de resultados al Servicio de Salud Pública", algo que se realizará a través de la "línea segura de conexión en acceso a la información como ocurre con la receta electrónica".