El anillo de fuego del Pacífico concentra el 75% de los volcanes de la tierra. De ellos, los más potentes están en Indonesia, y de esos, el mayor es el Toba. Es tan grande que dentro de su caldera hay un lago y una isla: tiene 100 kilómetros de largo y 35 de ancho.
La suya fue la mayor erupción volcánica de la historia de la humanidad. Tan grande que cambió el clima. Las cenizas y gases se extendieron por toda la tierra, bloqueando los rayos solares. La luz se redujo entre un 25% y un 90%, dependiendo de la zona, y la temperatura de la tierra se redujo entre 3 y 5 grados centígrados.
Fue entonces cuando el planeta entró en un periodo gélido con casi diez años seguidos sin verano. Árboles y plantas se secaron, los animales que dependían de ellas murieron y los humanos, cazadores recolectores, cayeron con todos.
Una teoría científica defiende que el ser humano estuvo a punto de extinguirse y que solo 2.000 pudieron sobrevivir, según los cálculos más extremos. Uno de los pocos lugares donde estuvieron a salvo, puede que el único, fue la costa sur de África. Los que se quedaron allí salieron adelante gracias a un alimento que encontraron en el mar: el marisco.
Hoy la teoría de la casi extinción humana ha sido puesta en entredicho por algunos científicos. Pero lo que es seguro es que la erupción del Toga fue 100 veces mayor que la del Tambora o el Rinjani, dos de los más destructivos de la historia y miles de veces mayor que las bombas atómicas de Hirosima y Nagasaki.
Por eso, técnicamente no es un volcán, sino un supervolcán. La categoría máxima, reservada a aquellos que tienen una cámara de magma mil veces más grande de lo habitual.
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