Andrew Freund denunció la desaparición de su hijo, de su mismo nombre, el 18 de abril y desde ese momento arrancó una búsqueda frenética por dar con el paradero del niño de Illinois, de cinco años. Las autoridades comenzaron a sospechar de los padres y tras analizar los datos de sus teléfonos móviles los sometieron a un interrogatorio.

Tras conocer cuál había sido la localización de los aparatos, los agentes presionaron a los padres, que finalmente los terminaron llevando hasta el lugar donde estaba el cuerpo del pequeño Andrew Freud. El cadáver se encontraba en la ciudad de Woodstock, envuelto en plástico y enterrado.

Según los forenses, el pequeño de cinco años murió de contundentes golpes en la cabeza.

Además, según publica People, los padres sometían a largas duchas de agua fría a Andrew, que siempre tuvo una trágica vida. Los primeros 18 meses, el niño estuvo a cargo de los Servicios Sociales después de que los análisis que le hicieron nada más nacer detectaran la presencia de drogas en su sangre.

En 2018, la Policía ya descubrió que el niño Andrew Freund y sus hermanos tenían hematomas, abrió una investigación, pero terminó sin conclusión alguna.