El 6 de agosto de 1945 la vida de las personas de Hiroshima cambió. Ese día una bomba atómica destruyó la ciudad japonesa por completo llevándose por delante la vida de 70.000 personas. La dramática cifra creció más tarde por las heridas o la radiación que afectaron a otros muchos habitantes de la zona.

Pero el desastre de la bomba atómica no acabó en Hiroshima. Tres días más tarde, el Gobierno de Estados Unidos lanzó otra bomba atómica, esta vez sobre la ciudad de Nagasaki, ocasionando 80.000 muertes más. En total 130.000 personas fallecieron en menos de una semana.

Además de esto, las pérdidas materiales fueron incalculables, dado que la mayoría de las construcciones que en 1945 se levantaban en la ciudad japonesa de Hiroshima quedaron destruidas. No sólo los edificios de ambas metrópolis sufrieron las consecuencias del ataque, también lo hicieron las vidas de quienes sobrevivieron a la masacre.

Con una media de 83 años, todavía quedan con vida decenas de miles de personas que sobrevivieron a la bomba. Sin embargo, solo unas pocas se atreven a difundir sus testimonios. Algunos de ellos se encuentran recogidos en la página web del Hiroshima Peace Media Center, la única agencia de medios dedicada exclusivamente a la cobertura de los acontecimientos relacionados con la paz.

El medio japonés ha recogido conmovedoras historias en primera persona. Lo ha hecho apoyándose en los testimonios de quienes sobrevivieron a uno de los puntos negros de la historia del siglo XX.

Chisako Takeoka: buscó a su madre durante seis días

Sus 92 años no le han hecho olvidar lo sucedido aquel 6 de agosto de hace 75 años. Chisako Takeoka tenía 17 años y estaba en la entrada de su casa peinándose cuando de repente un destello de luz entró por su puerta y la arrojó al campo de detrás de su casa. A pesar de que su hogar se encontraba a tres kilómetros del hipocentro de la bomba, el techo y las ventanas quedaron totalmente destruidas.

Tras lo ocurrido decidió mirar abajo para ver lo que había ocurrido. Se encontró entonces con un grupo de personas con la piel quemada y desapegada de sus cuerpos. Con la ayuda de sus vecinos acudieron al rescate de la gente ofreciéndoles agua al mismo tiempo que les suplicaban: "No se rindan, no mueran".

Los seis días siguientes, Chisako recorrió la ciudad en busca de su madre, que trabajaba en el hospital militar cerca del Puente Aioi. Cuando llegó hasta el lugar se dio cuenta de que el puente había quedado totalmente destruido. En ese momento, un médico del ejército que sacaba cuerpos flotantes del río le recomendó que echara un vistazo a ellos para encontrar a su madre. La niña de 17 años abrió con fuerza las bocas de los cadáveres con un palo de madera para tratar de confirmar si tenían tres dientes de oro, como su madre.

Casi una semana después del estallido, Chisako llegó a la Escuela Primaria Nacional Eba donde una mujer acostada en uno de los escritorios le llamó por su apodo. Era su madre.

Yachiyo Kato: "Escapé de la muerte gracias a mi maestro"

Kato, de 91 años, narra que por aquel entonces formaba parte del curso avanzado de la Escuela Municipal de Niñas de Hiroshima. Ella hacía balas de ametralladora como estudiante movilizada en la fábrica de la Acería de Japón ubicada en Nishikaniya-cho. Sin embargo, el día 6 de agosto coincidió que la fábrica cerró por falta de energía eléctrica, como hacía una vez cada mes.

En un principio, ese día estaba planificado para que los niños del curso de Kato trabajaran en la demolición de casas para crear carriles para incendios. Sin embargo, el profesor de Kato se negó a ello señalando que los niños necesitaban descansar. Sin embargo, 541 estudiantes de primer y segundo curso no tuvieron la misma suerte que ella y se fueron ese día a demoler casas a unos 500 metros del hipocentro de la bomba. Todos murieron.

"Si yo hubiera participado en la demolición de las casas, también habría muerto", asegura Kato, quien finalmente se casó con 20 años y tuvo 4 hijos. Desde lo ocurrido, Kioto participa cada año en un servicio conmemorativo para las víctimas de la bomba atómica que se celebra el 6 de agosto.