Wei Mingying es viuda desde hace años. En el 2006, su único hijo se quedó tetrapléjico a causa de un accidente de tráfico que, además, le indujo a coma. Han tenido que pasar 12 años para que Wang Shoboa vuelva a abrir los ojos.
Su madre, que ahora tiene 75 años, le ha bañado y alimentado cada día a través de una sonda conectada con su estómago, le ha proporcionado masajes para que sus músculos no se atrofiaran y se ha gastado todos sus ahorros en tratamientos para la recuperación de su hijo, llegando a endeudarse con 120.000 yuanes, más de 15.000 euros.
"Espero que pueda llamarme 'mamá' un día" ha declarado la mujer al medio 'Jinin News'. Wang ha conseguido volver a sonreír y gesticular, aunque no puede hablar ni moverse de la cama donde ha pasado sus últimos años, en su casa de Shouguang. Su madre nunca perdió la esperanza de volver a ver esa sonrisa, la misma que un mes antes de despertar alertó a la mujer de que había recuperado la consciencia.