Un estudio de la Universitat Oberta de Catalunya pone sobre la mesa la importancia de reflexionar sobre las imágenes que subimos a internet. Y en especial lanza una alerta a los padres o tutores de menores. Y es que los datos son sobrecogedores.
En menos de 10 años, los contenidos de abuso sexual infantil en la red se han incrementado un 1.815 %, pasando en 2013 de 13.343 páginas web a 255.571 enlaces en 2022, según datos recientes de la Internet Watch Foundation. Entre este material, hay fotos de violaciones e imágenes sexualizadas de menores, pero muchas otras no lo son.
"Tenemos la idea de que las personas que coleccionan imágenes de explotación sexual infantil solo coleccionan aquellas muy graves, pero la realidad es que las imágenes no sexualizadas de niños y niñas están especialmente presentes en las colecciones de los agresores duales (los que no solo consumen material de explotación sexual infantil, sino que también abusan de menores), es decir, los más peligrosos", denuncia Irene Montiel, profesora de los Estudios de Derecho y Ciencia Política de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), experta en victimización infantil online.
Así, según el informe Perfil del detenido por delitos relativos a la pornografía infantil, el 72% del material incautado a agresores duales penados (es decir, pedófilos que además abusan físicamente) eran imágenes no eróticas ni sexualizadas de niños total o parcialmente desnudos, provenientes de fuentes comerciales, álbumes familiares o fuentes legítimas. Es decir, fotos no sexualizadas, normales, cotidianas.
Y es que el 23% de los niños tiene presencia en internet incluso antes de nacer, porque sus padres publican imágenes de las ecografías durante el embarazo. Este porcentaje se dispara rápidamente, hasta el punto de que el 81% está en Internet antes de cumplir los 6 meses, según una encuesta elaborada por la firma de seguridad informática AVG en 10 países, entre ellos, España.
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Esto es lo que se conoce como sharenting en inglés, del verbo 'compartir' (share) y 'paternidad' (parenting). Un fenómeno que se resume en compartir informaciones, vídeos y fotos (de cualquier tipo) de nuestros hijos en Internet y redes sociales. "No respetamos la intimidad de nuestros hijos y esto afecta a su identidad digital futura, pero no solo a eso: derivado de esa sobreexposición, pueden darse suplantación de identidad, fraude en línea, victimización por grooming o cyberbullyng o que ese contenido se convierta en material de explotación sexual infantil", advierte Montiel.
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