Acabar con las monedas de uno y dos céntimos cada vez gana más adeptos. En países como en Filandia, Países Bajos y Bélgica ya no se acuñan, pero sobre su desaparición preocupa cómo se aplicaría a los precios.

En Finlandia el redondeo es obligatorio desde 2002. Cinco céntimos -ni uno más- arriba o abajo. Algo que ya aplican en algunos lugares de España, como una frutería de Galicia.

El motivo es que son las monedas más incómodas y las que más tardan en salir. Además, su utilidad está cuestionada: tampoco sirven en las máquinas expendedoras, por eso el 56% de los españoles piden que se retiren.

En España no existe este debate de acabar con ellas, según el ministerio de Hacienda; y eso que el coste de acuñar una moneda de un céntimos es más alto que su valor y de la de dos, casi lo mismo.

En Italia desde 2017 no se acuñan estas dos monedas según un Informe de la Comisión Europea. De momento, aquí tendremos que seguir conviviendo con la llamada calderilla.