DiNardo había confesado los asesinatos después de que las autoridades hallaran tres de los cuerpos enterrados en la granja de sus padres ubicada en Solebury (Pensilvania) y a cambio de que la Fiscalía no solicite una condena a muerte durante el juicio.
Como parte del acuerdo con el fiscal, DiNardo delató a Kratz, que fue detenido, como su cómplice en tres de los cuatro asesinatos y reveló el lugar en el que enterró el cuerpo que las autoridades no lograban hallar. "No sé si lo hubiésemos llegado a encontrar", dijo el fiscal del condado de Bucks, Matthew D. Weintraub, explicando que el lugar era muy remoto y justificando así el pacto alcanzado con DiNardo.
Los cuatro jóvenes -Jimi Patrick, de 19 años, Tom Meo (21), Mark Sturgis (22) y Dean Finocchiaro (19)- fueron asesinados a tiros con el denominador común de un negocio con drogas, pero Weintraub no supo explicar el motivo de los crímenes: "No estoy seguro de que podamos llegar a responder esta pregunta".
De acuerdo con su confesiones, DiNardo tenía una cita con Patrick el miércoles 5 de julio para venderle cuatro libras (1,8 kilos) de marihuana por 8.000 dólares. Una vez en la granja, Patrick le habría dicho que solo tenía 800 dólares, por lo que DiNardo le ofreció una pistola en lugar de la droga.
DiNardo llevó a Patrick a una zona boscosa y ahí, en lugar de venderle el arma, le disparó. Luego llevó una retroexcavadora al lugar, con la que cavó un hoyo y enterró a su primera víctima. El viernes 7 tenía otras dos citas y llamó a su primo para que le acompañara, que tiene un historial delictivo por diversos robos.
Mientras iban a recoger a Finocchiaro para llevarlo a la granja con la intención de venderle cuatro onzas (unos 113 gramos) de marihuana por 700 dólares, los dos primos decidieron robarle. En este punto las versiones se contradicen ya que cada uno de los primos acusa al otro de haber disparado y matado a Finocchiaro, cuyo cuerpo envolvieron en una lona azul y metieron en un viejo tanque de aceite que la familia DiNardo utilizaba como asador para cerdos.
Más tarde ese mismo día tenía la cita también para vender droga con Meo, que se presentó con su mejor amigo, Sturgis. "Cuando me dieron la espalda, disparé a Tom", confesó DiNardo, que también disparó a Sturgis mientras trataba de huir.
Como se había quedado sin munición, DiNardo optó por rematar a Meo aplastándolo con la retroexcavadora. "Básicamente lo reventó", dijo Kratz a las autoridades. Metieron los dos cuerpos dentro del tanque de aceite junto al de Finocchiaro y les prendieron fuego.
El sábado regresaron para enterrar en una fosa común los cuerpos semiquemados. Esa fosa fue la que localizaron los perros de la Policía después de que el GPS del teléfono de Finocchiaro los condujera hasta la granja de la familia DiNardo.
En ese momento DiNardo ya era sospechoso y estaba detenido por intentar vender el vehículo del desaparecido Meo por 500 dólares. Weintraub imputó a DiNardo los cuatro homicidios que en el juicio muy probablemente le cuesten una pena de cadena perpetua, mientras que a Kratz le acusó de tres y para él no descartó una condena a muerte.
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