El final de una protesta que ha empezado a las once de la mañana y ha acabado por la tarde. Unos 25 activistas de la PAH y familias de antiguas viviendas del Ivima han salido de la sede de Goldman Sachs en Madrid en la que se han encerrado con una reivindicación.

Son afectados por un procedimiento, el más cruel de desalojo en unas viviendas que son en un suelo público, se refieren a las 3.000 viviendas públicas que el Gobierno de Ignacio González vendió en 2013 al banco.

Una venta que ha provocado que los alquileres de estas viviendas se multipliquen por cuatro. Es el caso de Ivan y Verónica, que biven con sus cuatro hijos en un piso de 55 metros cuadrados en Parla. Él está en paro y ella recibe una renta de 550 euros.

Con casos como este, los activistas han entrado en la sede del banco para intentar negociar la paralización de los desahucios. A pesar de la seguridad, han logrado llegar a las oficinas pero no les han querido recibir.

Así que unos han optado por quedarse en el vestíbulo por si alguien les escuchaba y otros han estado más relajados. La comunidad de Madrid se ha desmarcado de esta venta. Asegura que mientras Cristina Cifuentes sea presidenta, no se venderá ni una vivienda pública a ningún fondo de inversión.