José Gómez suele perderse en Madrid, su propia ciudad, al salir del Metro. "Es muy complicado orientarte por aquí", afirma este hombre con discapacidad intelectual, que explica que "la frustración es inmensa" y lamenta la "pérdida de tiempo" que esto supone para él.

Algo parecido a lo que le ocurre a María Esteban, para quien la accesibilidad cognitiva es una tarea pendiente en la ciudad. "Hay mucha publicidad que tapa las calles, hay árboles, farolas, papeles encima...", enumera. A menudo, no le queda otra que pedir ayuda para orientarse o recurrir a la geolocalización de su móvil.

Lo mismo le sucede a Sonia Fernández en Castilla-La Mancha. "No hay recursos suficientes para que podamos manejarnos por nosotros mismos", denuncia esta joven con discapacidad intelectual.

Coincidiendo con la Semana Internacional de la Discapacidad, se exigen ciudades más accesibles. Los lugares más problemáticos son aquellos donde hay pocas indicaciones y, por ejemplo, nacen varias calles diferente desde un mismo punto. "Es un problema común en toda España porque todavía no se ha desarrollado lo suficiente y no está regulado", apunta David López, coordinador de accesibilidad cognitiva en AFANIAS.

Un problema que se repite también dentro de edificios públicos, como hospitales. "¿Quién no se ha perdido alguna vez en un hospital o en una estación de tren?", plantea López, que señala que "para las personas con discapacidad intelectual, esto supone una barrera".

Un problema que también se encuentra Carlos Ayllon a la hora de tomar un bus, por ejemplo. Y es que la accesibilidad no es solo es poner una rampa, según denuncia José, sino también dar facilidad a personas con dificultades de comprensión, por lo que exige un plan urgente de regulación cognitiva.