Solidaridad en San Sebastián
Humanidad frente al racismo: 50 migrantes de Mali sobreviven en la calle gracias a unos vecinos de Donosti
Los detalles La solidaridad de los ciudadanos del barrio donostiarra de Amara Berri ha sido clave desde el día uno para sacar de la calle a estos jóvenes. El Ayuntamiento y la Diputación los van a realojar en un piso provisional hasta que se tramite su asilo.

Resumen IA supervisado
El barrio de Amara Berri en San Sebastián ha sido el refugio temporal para unos 50 malienses que llegaron a España en busca de nuevas oportunidades. Inicialmente durmieron en la calle, cerca de la oficina de CEAR, pero la solidaridad de los vecinos fue crucial desde el principio. Los residentes no solo les brindaron ropa y alimentos, sino que también compartieron historias y organizaron comidas africanas. Ahora, con mucha emoción y gratitud, los malienses se trasladan a un centro de acogida en Oñati. Los vecinos, que también ofrecieron clases de castellano y acompañamiento en visitas al hospital, se despidieron entre abrazos y lágrimas, recordando los momentos compartidos.
* Resumen supervisado por periodistas.
Llegaron sin nada, con lo puesto y con la mirada llena de incertidumbre. Cincuenta malienses que han vivido durante meses en la calle en Donosti ahora podrán dormir bajo techo gracias al amor y solidaridad de los vecinos del barrio de Amara Berri. El Ayuntamiento de la ciudad y la Diputación los van a realojar hasta que se tramite su asilo. Aunque el camino ha sido arduo.
Los jóvenes africanos dormían al raso, junto a la oficina de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR), aunque ahora serán trasladado a la localidad de Oñati. Una oportunidad de la que todos los protagonistas se han felicitado. "Hemos intentado hacer lo que deberían haber hecho las instituciones", cuenta una de las vecinas que este viernes se ha despedido entre abrazos y selfies de los que ya se han convertido en amigos.
Cuando llegaron a España buscando una oportunidad dormían sobre cartones o viejos colchones, sin tener si quiere unas condiciones de higiene mínimas, y a medida que pasaba el tiempo, comenzaron a acudir maestros de castellano y otras personas que les acompañaron durante sus visitas al hospital.
"Nos pusimos cada uno un nombre para poder comunicarnos", relata Itxas Argi, vecina del barrio, que también cuenta que comieron comida típica de su país y bailaron.
Ahora, entre abrazos y muy emocionados los vecinos han dado un caluroso 'hasta pronto' a los africanos, que no han dudado en dar las gracias por todo lo recibido. Y en el horizonte, la esperanza de volver a encontrarse.