Aaron, de sólo dos años, depende de varias máquinas para poder vivir: gracias a ellas, sus padres controlan el oxígeno que tiene en la sangre, pueden darle de comer y sobre todo puede respirar. "Hemos vivido situaciones de emergencia porque el niño no puede respirar por la sequedad del ambiente", señala Verónica Rodríguez, su madre.

El problema es que las máquinas de las que depende Aaron disparan la factura de la luz. Antes las facturas eran de 40 euros y ahora han llegado a los 500.

Los padres de Aaron son mileuristas, dicen que no pueden soportar tanto gasto. Por eso han presentado 276.000 firmas al Ministerio de Energía pidiendo una ley de electrodependientes que garantice a este tipo de personas el suministro eléctrico.

Desde el Ministerio les han asegurado que con el nuevo bono social que quieren aprobar en verano, las personas con una dependencia superior al 32% recibirán una ayuda. Algo que a David y Verónica les parece una buena noticia, aunque no es la ley que ellos han pedido: "El colectivo necesita una ley específica que recoja los derechos de este colectivo en concreto".