La mujer detenida todavía tiene el susto el cuerpo. La noche del pasado domingo, cuando iba con su novio, la Policía detuvo a M.D.R. porque su descripción coincidía con la de una sospechosa de intento de secuestro. Según le contaron, días antes, una abuela había presentado una denuncia porque una mujer delgada y pelirroja había intentado secuestrar a su nieto mientras jugaba en un parque de Oviedo.
La abuela había conseguido, según su versión, frustrar el secuestro y la mujer se había evaporado. Así, en un segundo, la joven de 23 años se había convertido en la principal sospechosa simplemente por ser pelirroja y vivir cerca del parque en cuestión.
"Al principio pensé que la situación se resolvería rápidamente, pero me fui preocupando cada vez más según comprobé que se agravaba. Lloré mucho", explica esta mujer, que pasó 72 horas en el calabozo por un secuestro que no había cometido. En realidad, un secuestro que ni siquiera había existido.
Perdió su trabajo
Una chica de 15 años vio en el periódico la noticia del intento de rapto y reconoció los hechos. Le contó a su madre que ella era la pelirroja que buscaban. Había estado en el parque y encontrado a un niño solo. Lo había cogido de la mano para llevarlo con sus amigos. La abuela del niño la había visto, se había enfadado mucho y la chica había decidido marcharse. Rápidamente, la verdadera pelirroja y su madre contactaron con la Policía, que dejó a M.D.R. en libertad. Podría parecer un final feliz pero todavía está lejos de serlo, porque la joven detenida "ha perdido su trabajo y en su barrio está marcada por lo que se dijo que había hecho", explica Susana Campo, su abogada. Ahora M.D.R. solo quiere recuperar su móvil, su empleo y su vida. Qué habría pasado si no hubiera aparecido la verdadera pelirroja es algo que prefiere no pensar.
Delito de malos tratos
Detienen a un hombre en El Puerto de Santa María (Cádiz) por maltratar a su bebé de tres meses
Varios vecinos alertaron sobre la existencia de un vídeo en el que el padre del bebé aparecía actuando de forma violenta. Según las descripciones, el hombre levantaba bruscamente al menor mientras dormía e introducía un cuchillo en su boca.