En 1921, había un barrio de Tulsa, en Oklahoma, conocido como 'el Wall Street negro'. Un referente de la prosperidad de la comunidad afroamericana que el 31 de mayo de ese año vio cómo todo cambió.

El detonante fue un artículo que acusaba falsamente a un limpiabotas negro de 19 años de haber intentado violar a una joven blanca. La mecha que encendió, un día después, la mayor masacre racial de la historia de Estados Unidos.

El joven fue detenido y trasladado a los juzgados de la ciudad. Entonces, una turba de hombre blancos acudió hacia allí, y exigían lincharlo. En la puerta coincidieron con un grupo de negros que trataban de protegerlo y, ahí, comenzó el caos.

Los blancos dispararon indistintamente a los afroamericanos y al amanecer se trasladaron a su barrio para saquear sus casas y negocios. Por el cielo, les lanzaron bombas de queroseno y aguarrás, hasta el punto de que, en solo 14 horas, el Wall Street negro quedó devastado.

Hubo casi 1.500 casas destrozadas, hasta 300 negros murieron y otros 6.000 fueron detenidos. Ningún blanco fue procesado y ni siquiera hubo cargos contra ellos. Hoy se cumplen 100 años de aquella matanza que fue ocultada, borrada y silenciada durante casi siete décadas.