Ari tiene dos millones y medio de seguidores en su cuenta de Instagram, donde baila, posa feliz junto a cascadas o publicita sus camisetas de las que, para fabricarlas, necesitaba vender al menos 36 piezas, una cifra que nunca consiguió alcanzar.

José Antonio Alguacil, CEO de agencia 'Ilusionlabs' ha asegurado que "si no eres capaz de movilizar al 0,00% de tu gente, o tu producto es muy malo, o no eres capaz de movilizarlo o lo que tienes no es real". De media, solo el 1% de sus seguidores dan 'me gusta' a sus publicaciones, por lo que podrían ser falsos.Y es que en Internet podemos comprar likes, suscriptores, comentarios, reproducciones.

En Instagram, por ejemplo, 1.000 seguidores valen menos de un euro; si queremos 100.000, tan solo 75 euros. En youtube tanto de lo mismo: 5.000 visitas, 10 euros; un millón de visualizaciones, 1600 euros.

De ahí que muchas empresas paguen a 'influencers' por publicidad, pero no obtengan ningún beneficio. Luis Díaz, CEO de la agencia H2H, ha explicado que "muchas de las campañas que se realizan con 'influencers' no tienen un retorno positivo en la inversión porque se han cometido errores graves en el diseño de la campaña o en la selección de los perfiles que afectan a la rentabilidad".

Se calcula que un tercio de la inversión en 'influencers' no sirve para nada. Y eso es precisamente lo que muchos pretenden: que les inviten a eventos, a restaurantes o que les envíen productos gratis haciendo creer a las marcas que será un negocio redondo.