Un grupo de jóvenes descubrieron en Miami, EEUU, junto a un riachuelo a dos tortugas que estaban unidas mediante una cadena y un candado. En la grabación se muestra como sus caparazones habían sido perforados y posteriormente se las habría atado para siempre con este cierre.

Uno de los jóvenes saltó al río para rescatarlas y, pese a que al principio pensó que se habían enganchado con una pieza de plástico, se sorprendió al descubrir que había sido una acción a posta de maltrato animal.

Finalmente pudieron separarlas y devolverlas al agua para que siguieran viviendo en libertad.