En Londres, ha abierto el primer restaurante que permite probar platos hechos mediante la impresión en 3D. El nombre del restaurante es Food Ink y en él colaboran grandes chefs como el español Mateo Blanch, ganador de una estrella Michelín o Joel Castanyé. El precio medio por persona ronda los 250 euros y todo el establecimiento gira en base a esta tecnología. Desde la iluminación hasta los cubiertos son impresos.
Gracias a la impresora holandesa ByFLow, con capacidad de imprimir objetos comestibles, el sueño se ha hecho realidad.
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Tras el éxito del restaurante, los responsables han asegurado que pretenden abrir más restaurantes siguiendo este concepto en lugares como Dubai, Las Vegas, Roma, Berlín y Toronto.