Lorena Gay, enóloga en la Ribeira Sacra, camina entre sus viñedos bien abrigada debido a los cinco grados que marca el termómetro; pero hace unos días revisaba su cosecha en manga corta.

"Pues hace una semana estábamos aquí, que llegábamos a 30 grados. Las plantas brotaron enseguida y llevan casi dos meses de anticipo", nos cuenta.

Esta brotación tan adelantada por culpa de las altas temperaturas, ahora está expuesta al regreso repentino del frío y del invierno. "En brotación es de donde sale el vino, entonces está en riesgo la campaña entera".

Un cambio de tiempo que también preocupa a Óscar. La mayor parte de sus viñas ya tienen hojas, e incluso se intuyen las futuras uvas. La lluvia ayuda a que la planta se cargue de agua para pasar mejor el verano, pero el verdadero problema es el frío.

"Las nieves y las heladas son muy buenas, es el mejor desinfectante de las tierras, pero en su momento" dice.

Los enólogos de la Ribiera nos dicen que, si los próximos meses el granizo y las heladas respetan estos viñedos, la añada de 2019 podría ser muy buena tanto en calidad como en cantidad.

El año pasado, la denominación de origen Ribeira Sacra cosechó seis millones de kilos de uva de una excelente calidad. Este año esperan poder repetirlo, si el cielo se lo permite.