La seguridad para evitar atentados o agresiones a un presidente del Gobierno está formada por tres anillos muy concretos. El primero y más amplio lo conforman agentes de la Policía Nacional, de la Guardia Civil y de la Policía Local uniformados. No tienen visión del escoltado y son los que se encargan de avisar de algún peligro en las inmediaciones.
El segundo círculo de seguridad se sitúa a unos diez metros del presidente, agentes de incognito se encargan de evitar que personas que por su perfil podrían parecer potenciales agresores, se acerquen todavía más a él.
En el círculo más próximo están los escoltas presidenciales. Si nos fijamos detenidamente en las imágenes de la agresión vemos a dos escoltas de paisano guardando la espalda al presidente y a otro más de frente a él. Ellos fueron los primeros en reaccionar. Santiago Fontela, presidente de la Asociación de Escoltas del País Vasco, analiza las imágenes de la agresión.
Tras la agresión al presidente ahora la pregunta es si algo ha fallado. El propio Mariano Rajoy lo ha negado. Él es el encargado de decidir lo estricta y lo hermética que debe ser su seguridad y al estar en campaña la cercanía que se quiere tener con el ciudadano aumenta.
Alfonso José Luis Fernández, jefe de la Policía Nacional de Madrid, asegura que la voluntad de los candidatos de tener más contacto con las personas aumenta "pone en dificultad al ejercicio de una seguridad extrema".
Serafín Giraldo, portavoz de Unión Federal de la Policía Nacional asegura que el fallo hubiera sido si "le hubieran agredido con un arma". Lo que sí es probable es que el número de escoltas que protegen a Rajoy, ahora haya aumentado.