Teresa Ribera fue una de las personas que sonaban con más fuerza para estar en el nuevo Ejecutivo; es una de las incondicionales de Pedro Sánchez por la confianza que el presidente depositó en ella desde que en 2018 se pusiera al frente del Ministerio de Transición Ecológica, cartera que de nuevo reválida en esta nueva legislatura de gobierno progresista. Además, repite en su puesto como vicepresidenta tercera.

Su gestión ha sido aplaudida y reconocida por todos sus homólogos europeos, siendo uno de sus logros más destacados la celebración en Madrid de la COP-25 (Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático), cuando, en tiempo récord, su ministerio se puso al frente de su organización en Madrid; cumbre que debía haber celebrado en diciembre de 2019 en un Santiago de Chile inmerso entonces en una oleada de protestas políticas.

Durante las interminables sesiones de cierre de la COP-25, Ribera se erigió en 'facilitadora', algo así como un negociador elegido para acercar posturas entre estados de cara a la redacción del acuerdo final de la cumbre.

Comprometida desde siempre con el Cambio Climático

Ribera nació en 1969 en Madrid en el seno de una familia numerosa (tiene cuatro hermanos) y de académicos y socialistas, tal como contaba la revista Vanity Fair cuando fue nombrada ministra después de las elecciones de 2019. Su madre es licenciada en Filosofía y su padre, José Manuel Ribera, un reputado geriatra que llegó a presidir la Sociedad Española de Geriatría.

Licenciada en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid, Ribera lleva desde 1996 vinculada al sector público, ocupando diferentes cargos técnicos dentro de los ministerios de Obras Públicas, Transportes y Medio Ambiente. Desde el 2004 comenzó a asumir cargos de responsabilidad al ser nombrada directora de la Oficina Española del Cambio Climático, y en 2008 y hasta 2011 fue secretaria de Estado de Cambio Climático.

Antes de llegar al ejecutivo de Pedro Sánchez, desde 2014 hasta 2018 fue directora del Instituto para el Desarrollo Sostenible y las Relaciones Internacionales (IDDRI), teniendo un papel clave en la negociación del Acuerdo Climático de París, un tratado internacional que en vigor en noviembre de 2016.

Regresó de nuevo a la política, esta vez a la más estricta primera línea, de la mano de Pedro Sánchez en 2018, cuando el presidente la eligió como ministra de la cartera de Transición Ecológica, y en 2020 como vicepresidenta cuarta y de nuevo, ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico. En 2021, tras la retirada del gobierno de Pablo Iglesias, ascendió a vicepresidenta tercera.

A nivel personal, Ribera está casada con Mariano Bacigalupo, consejero de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) y tiene tres hijas.

Una ministra con buena mano en Bruselas

Los objetivos, cuando en 2020 volvió de nuevo a tomar al mando de esta cartera, eran sobre todo la lucha contra el cambio climático y consolidar el despegue de las renovables, especialmente en materia fotovoltaica. El objetivo, tal como se pudo ver en el acuerdo, era el de "alcanzar en 2050 una generación de electricidad con origen 100% renovable, y entre el 85% y el 95% en 2040".

Es por ello que uno de los fuertes de su ministerio es la política energética que incluye un proceso de descarbonización, elaborando un plan estratégico de transición justa para acompañar a los sectores más vulnerables. Igualmente, elaboró un Plan Nacional de Energía y Clima y eliminó el llamado "impuesto al sol" en una de sus primeras medidas como ministra.

Dentro de la pandemia, al igual que la ministra Margarita Robles, tuvo también un papel relevante, cuando, por ejemplo, Sánchez le encargó la tarea de la desescalada, una vez finalizado el estado de alarma y el confinamiento más estricto de los meses de marzo, abril y mayo de 2020.

Pero sin duda, una de las facetas en las que ha demostrado sentirse particularmente cómoda es en las poliédricas negociaciones en el seno de la Unión Europea. Tras el estallido de la guerra de Ucrania, y ante la escalada de precios energéticos, Ribera –de la mano de Pedro Sánchez– peleó en Europa la llamada 'excepción ibérica' para topar los precios del gas.

Meses después, encabezó a los críticos con los planes de la Comisión para aplicar un tijeretazo lineal del 15% del consumo de gas para todos los Estados. Finalmente, logró una flexibilización de la medida.

En esta pasada legislatura, una de las luchas más importantes que se recuerdan es la protección del parque natural de Doñana.

La ministra, alineada con las tesis de la Comisión Europea, plantó cara al intento de los grupos del PP y Vox en el Parlamento de Andalucía de ampliar de facto los regadíos en parte de la corona forestal de Doñana, con una ley autonómica que no se ha llegado a tramitar y que, según la UE y el ministerio de Ribera, podría haber supuesto una nueva sanción a España por el incumplimiento de su labor de protección al parque, golpeado por la sequía.

Ahora, Ribera volvería de nuevo a dirigir esta cartera durante 4 años, con la confianza absoluta no solo del presidente sino de todo el ejecutivo, y seguir con los retos de este ministerio para alcanzar esos objetivos fijados que estaban fijados para el 2050.