Parecía imposible, pero el anuncio de la eliminación de las mascarillas en espacios interiores llegó más de dos años después de que la pandemia de coronavirus trastocase nuestras vidas de lleno.
La primera vez que oímos hablar de ellas fue en febrero de 2020, cuando Fernando Simón señaló que podía "ser interesante su uso en pacientes con sintomatología". "Pero no tiene sentido que la población esté ahora preocupada por si tiene o tiene mascarillas en casa", dijo entonces el director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias del Ministerio de Sanidad.
Y es que el uso de las mascarillas al inicio de la pandemia no estaba nada claro. Sin embargo, apenas unas semanas después, el discurso, empezó a cambiar, hasta convertirse en un complemento imprescindible. "Estamos evaluando si hay que ir un paso más allá en las recomendaciones y obligatoriedad de las mascarillas", señaló Salvador Illa en mayo de 2020.
Así, la demanda se disparó, lo que obligó al Gobierno a tomar medidas para garantizar la producción. Además, se fijó un precio máximo de 96 céntimos la unidad, cuando antes se habían comprado mascarillas por precios muy superiores, debido a su escasez.
Cuatro olas después, y a las puertas del verano pasado, cambiaba el criterio, y la mascarilla dejaba de ser obligatoria en espacios abiertos, tal y como anunció Pedro Sánchez.
Fue con la llegada de la variante ómicron cuando los casos volvieron a dispararse y, de nuevo, se cambió el criterio, con la vuelta a la obligatoriedad de las mascarillas en espacios abiertos, un anuncio que dio Carolina Darias en diciembre de 2021.
Ahora, dos años y seis olas después, nos encontramos a las puertas de decir adiós a las mascarillas, aunque habrá que ver si es definitivo. En este sentido, cabe destacar, tal y como ha destacado la ministra de Sanidad en una entrevista en 'El País', que el futuro de las mascarillas en los centros de trabajo dependerá de los servicios de prevención de riesgos laborales de cada empresa.
Además, habrá excepciones en las que sí será obligatoria llevar la mascarilla en interiores. Así, habrá que seguir llevándola en el trasporte público, en residencias, en centros sociosanitarios y farmacias.
Ante el fin de las mascarillas en interiores, el doctor César Carballo ha mandado un "aviso a navegantes". A través de su cuenta de Twitter, el urgenciólogo explica el caso que podría darse en aquellos trabajos en los que se obligue a no llevar la mascarilla a los empleados. "Si hay alguna presión en este sentido, que se atengan a consecuencias", comenta.
Y es que, según afirma Carballo, si alguien se infecta de coronavirus en el trabajo, algo "fácil de demostrar", se obliga a no llevar la mascarilla en interiores y la infección es severa, "prepárense para una buena demanda que seguramente gane".
Por su parte, José Félix Hoyo, experto en pandemias, manifestó en laSexta Noche que le parece "prematuro" quitar las mascarillas en interiores. "No olvidemos que en la última semana han muerto más de 160 personas", advirtió, tras lo que defendió que "lo ideal sería tener una incidencia entre 25 y 50 casos por 100.000 habitantes" para decir adiós a las mascarillas.