Las mujeres rompieron moldes en una época en la que la política vestía de traje y fumaba Ducados. Soledad Becerril se convirtió en la primera ministra de la democracia siendo diputada de un Congreso en el que las mujeres ocupaban muy pocos escaños: 21 de 350. "El hecho de estar solamente 21 entre tantos hombres ya indicaba que las condiciones eran muy difíciles para las mujeres", recuerda ahora Becerril. No fue la única.

Paca Sauquillo se convirtió en una de las primeras diputadas en la Asamblea de Madrid. Empezó haciendo política en la universidad, en los años sesenta, compartiendo clase con otras pioneras, como Manuela Carmena y Cristina Almeida. "En aquel momento, las mujeres no éramos mayores de edad hasta los 25 años. Empecé a ejercer de abogada y necesitaba la autorización de mi marido para defender mis asuntos", rememora Sauquillo.

Ahora, la paridad en política es algo normalizado a nivel nacional y autonómico. La mayoría de comunidades autónomas tienen entre un 44% y un 55% de mujeres en sus ejecutivos. Extremadura es el Gobierno con más consejeras; Madrid, en cambio, está a la cola con sólo un 23% de mujeres, más su presidenta. "Podemos empezar a ser optimistas. Madrid es el caso peor situado en el ranking de comunidades autónomas", ha señalado la periodista y politóloga Estefanía Molina.

Según los expertos, acceder a puestos de responsabilidad política sigue siendo más complicado para las mujeres. "En la elección de los representantes políticos hay a menudo un criterio discrecional. Las personas que suelen llegar lo hacen por cooptación o por un hecho sistémico, que es que los hombres se reparten el poder entre sí y pesan muchísimos factores heteropatriarcales".

Con su labor en primera línea, figuras políticas de la talla de Becerril o Sauquillo ayudaron a muchas mujeres. Cuando, en 1981, se aprobó la Ley del Divorcio, Paca publicó un libro que supuso un hito histórico. En sus propias palabras, era "un formulario para que las amas de casa supiesen cómo tenían que presentar las demandas" de divorcio.

Las grandes referentes de la política española creen que la situación de las mujeres ha mejorado mucho, pero que todavía tenemos una gran asignatura pendiente. "Conciliar una ambición profesional con una familia", ha destacado Soledad Becerril. Todo, para poder romper completamente ese techo de cristal.