El rey Juan Carlos se marchó en agosto de 2020 sin ni siquiera decir a dónde iba, hasta que unas fotografías confirmaron que estaba en Abu Dhabi. Dos años en los que el Gobierno le ha pedido explicaciones por sus escándalos judiciales.

Durante este tiempo su vida la hemos conocido a través de fotografías, la última con la visita de su familia. En ese tiempo nunca dio explicaciones. En marzo la Fiscalía archivó toda la causa alegando que para llevarle a juicio faltaban indicios, pero también señalaban otras tres causas como "la prescripción de delitos, la inviolabilidad y la regularización fiscal".

Pudo librarse por su inviolabilidad y porque pagó más de cinco millones para regularizar viajes y tarjetas opacas. Todo valorado todo en más de diez millones.

Con el carpetazo judicial llegó lo más parecido a una disculpa, en otro comunicado, refiriéndose a acontecimientos pasados de su vida privada que lamentaba.

Pero aún le queda una causa abierta: Corinna Larsen, su examiga íntima, que le tiene denunciado en Londres por acoso. A ella sí la hemos podido ver declarando en el juicio contra Villarejo.

El rey ha intentado librarse de la acusación alegando inviolabilidad, pero el juez lo ha rechazado: "Significaría que, si mañana, el acusado entrara en una joyería en Hatton Garden y robara un anillo de diamantes, no podría afrontar ningún proceso civil o penal. Rechazo el argumento del demandado".

Podría en un tribunal inglés la primera vez que veamos sentado en el banquillo a al rey emérito Juan Carlos.