Cada vez hay menos españoles con una cita ineludible los domingos al mediodía: la misa dominical ya no es competidora en nuestro país ni para el vermú, ni para los paseos o los recados. El peso de la Iglesia ha caído en picado en nuestra vida diaria de unos años para acá, pero la religión sigue siendo un gran reclamo a la hora de hacer política.

Ya sea a izquierda o derecha, con la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, en una visita al Papa en el Vaticano, o con los acercamientos de la Conferencia Episcopal española a Vox, el voto religioso en nuestro país parece objeto de deseo en los últimos tiempos.

En un país con unas arraigadas tradiciones católicas no es descabellado pensar que lo espiritual tiene relevancia política. Pero, ¿realmente es algo útil para subir votos? ¿Quién y cómo es el religioso en la España de 2021?

Más no creyentes que católicos

Según el CIS, en el último barómetro en el que preguntó por la religiosidad, en 2019, en España ya residen más ateos (13,3%), agnósticos (7,5%) o no creyentes (8,3%), que suman un 29,1% en total, que católicos practicantes (22,7%).

“Tanto la Iglesia como la propia religión son unas damas enjoyadas venidas a menos”, comenta en una charla con laSexta.com José Manuel Vidal, director de Religión Digital. “Ha habido un cambio en España a todos los niveles, profundísimo, y eso ha afectado incluso más a la religión”.

Es una imagen con la que concuerda el profesor de Teología y de Antropología Teológica Pedro Castelao, de la Universidad Pontificia de Comillas en Madrid. “La religión, entendiéndola como el cristianismo, está pasando por un cambio de época, en el que influye mucho que se ha interrumpido la transmisión intergeneracional de la fe. Estamos asistiendo a una nueva generación que no tienen la base religiosa ambiental familiar sinergial que tuvieron las generaciones anteriores”.

A sus ojos, se trata de una sociedad española cada vez más “pluralista”, en la que “no hay estigma social a la hora de no ser religioso, más bien al contrario”.

Una pandemia espiritual

Lo cierto es que en la vida postpandemia la religión ha vuelto a cobrar mucho protagonismo en los hogares. Para muestra, un botón: la emisión televisiva del 27 de marzo de 2020, cuando el Papa se mostraba ante la gran plaza de San Pedro del Vaticano totalmente vacía para bendecir al mundo ante el sufrimiento por la expansión del coronavirus.

Más de un millón de fieles en España lo veían desde su televisor. Según datos de Kantar Media ofrecidos por GECA, la bendición Urbi et orbi fue la emisión más vista de la TDT en el confinamiento: fueron 1.070.000 espectadores y un 6,9% de cuota de pantalla.

La tendencia es llamativa: España, desde la democracia, había defendido como parte de su identidad el catolicismo, aunque no fuera ortodoxo como se había obligado en la dictadura franquista. Fue la cresta de la ola, el momento en el que la Iglesia española gozó de más popularidad, con el cardenal Tarancón encarnando la nueva espiritualidad patria. Pero, con los años, algo cambió.

Una España secularizada

“El proceso de secularización en España está siendo drástico en el siglo XXI”, confirma a este medio Rafael Ruiz Andrés, profesor de sociología de la Universidad Complutense de Madrid y autor del libro ‘La secularización en España’ (Cátedra).

Fue a finales de los 60 cuando el concepto católico no practicante se instauró en nuestras vidas. Aunque suene extraño no llevar a cabo la fe que se profese. “Los católicos no practicantes no transmiten la fe religiosa con el ahínco de años atrás”, comenta el sociólogo.

“Estamos en un mundo difícil a nivel de digestión de las religiones: es tremendo el choque cultural entre un chico, una chica de 18 años que está en redes y el lenguaje de los ritos religiosos”, incide Ruiz Andrés. “Todo este proceso de intensificación de secularización se da en paralelo al pluralismo religioso”.

La idea que propone José Manuel Vidal es muy similar. "Hay dos grandes grupos de causas por los que la gente está dejando de sintonizar con la religión: estampida institucional (la gente huye de las instituciones, de la política, de la religión entendida como Iglesia, como confesión religiosa, y busca en otros ámbitos la mística del silencio, del yoga, estas místicas orientales); por otro lado, que la gente joven ha desconectado de la religión porque la Iglesia le parece algo trasnochado, medieval, desde la forma que tienen de vestirse y que ellos tienen absolutamente asumidos, hasta la moral y la moral sexual, que es un gran inconveniente. La Iglesia se las prometía, y no", arguye el director de Religión Digital.

Las religiones españolas

Porque cuando abrimos el melón de la religión en España hay que recordar que son varias y cada vez más numerosas las fes que se profesan en nuestro país. Según el Observatorio del Pluralismo Religioso en España, un organismo público dependiente del Ministerio de Justicia, las siguientes corrientes en cuanto a número de fieles son la religión protestante (1,96%), musulmana (1,50%) y ortodoxa (1,1%), seguidas del budismo, los Testigos de Jehová o otras adscripciones al cristianismo, que no superan el 1%.

Pero no sólo de eso se trata cuando se habla de diversidad religiosa. Lo explica el profesor Ruiz Andrés. “A pesar de que con las religiones jugamos mucho con el estereotipo (vinculado a la derecha, contrario al aborto, misa de domingo), también se han diversificado”.

Ha aumentado la pluralidad interna: hay cristianos a más de la derecha de la derecha política general y a la izquierda de la izquierda. Junto con esto, ha sucedido que la sociedad española, en regiones como Cataluña, Andalucía o Madrid han devenido sociedades más plurales. Algo que, fundamentalmente, se explica “por la migración”.

Una reconservadurización de la Iglesia en España

En todo este proceso también sucedió un hito relevante: el fin del nacionalcatoliscismo franquista a nivel estatal. Romper con una idea concreta de España y una idea concreta de la religión. "Pasamos de una ligazón absoluta con el régimen a situar la emergencia en la lucha política, con un alejamiento en paralelo y efectivo de la Conferencia Episcopal, que dejó de vincular la ideología del régimen con el catolicismo. Este fue uno de los momentos de mayor popularidad de la Iglesia en España. Ahí contó con una amplia confianza de la sociedad española", subraya el sociólogo.

Lo que no es ajeno a nadie es que el factor político y la Iglesia católica han ido virando y variando, y se ha efectuado una reconservadurización de la Iglesia. "El catolicismo se ha ido conservadurizando. Siempre ha habido más pluralidad y dispersión idelógica del voto católico, pero para principios del siglo XXI se ha agrupado más en la derecha por distintas razones", comenta Ruiz Andrés.

Es, precisamente, en ese sector donde más chirrió la visita de Yolanda Díaz a la Santa Sede y donde retumbaron las citas de la ministra, en el Pleno del Congreso, al Evangelio.

El democristianismo en España no existe

Para Eduardo Bayón, politólogo, existen dos elementos clave. “En España, los clivajes -las brechas que marcan el voto- son otros: clase social, la disyuntiva obrero-patrón, ideología, nacionalismos”, pero no así la religión, algo que sí que está presente en otros países a la hora de votar, como en Bélgica o en la Baviera alemana.

También recuerda Bayón que la democracia cristiana, que encarna el Partido Popular en nuestro país, no tiene nicho electoral per se. Ya se escenificó con los partidos democristianos en la Transición, con Joaquín Ruiz-Giménez al frente y que no tuvieron pegada electoral ninguna. “La excepción ha sido el caso de Unió en Cataluña y porque estaba aliada con Convergència”, rememora el politólogo.

“En España hubo una dictadura nacional y católica con muchas peculiaridades que eclipsa cualquier atisbo de democracia cristiana; España estaba en la dictadura y no es una fuerza política que contribuyese al estado del bienestar en los años 50-60”, ahonda Bayón. “Nunca ha sido un factor importante”.

¿La religión, patrimonio de la derecha?

¿Es acertado decir entonces que la religión es patrimonio de la derecha en nuestro país? Para los expertos consultados, no. Todos coinciden en la misma idea: el voto católico es transversal, con una gran importancia entre los socialdemócratas del PSOE, más allá del PP, Cs y Vox. Aunque sí que se lo arroguen. El propio líder del PCE y diputado por Unidas Podemos, Enrique Santiago, reconoció esta semana en la Cadena Ser que el Papa para ellos es, ahora mismo, “un aliado”.

“Al Papa Francisco le preguntaron una vez explícitamente que qué pensaba de que le llamaran comunista: él dice que no le molesta, pero deja claro que él no es marxista”, recuerda el sociólogo Ruiz Andrés. “Esto demuestra que la derecha ha llevado a cabo una instrumentalización de la religión: qué visión del cristianismo tiene la derecha para hacerle esa pregunta directa al Papa.

A su parecer, "se ha dado un intento de patrimonialización de la derecha y una dejación por parte de la izquierda. La polarización hace que mucha gente que está en el centro, que sea católico de identidad pero su catolicismo va más por pobreza, justicia social… algo, teóricamente, más próximo a la izquierda, hace que vire más a la derecha".

La visita de Díaz al Vaticano

En esa reivindicación encuadra Eduardo Bayón la visita de la ministra al Vaticano. “El movimiento de Yolanda Díaz no es por el voto en sí, sino por una puesta en valor de su labor ministerial -no como el valor político de Pablo Iglesias, que era mediático, extraparlamentario-. Es presentarse como mujer de Estado, con una transversalidad entendida como ensanchar el espacio político, no un abajo-arriba errejonista”.

“Más por no asustar”, guiña Bayón.

“El gesto de Yolanda Díaz es un gesto importante”, coincide el profesor de sociología Ruiz Andrés. "Sencillamente, que se siente a hablar. Personas con puntos divergentes que se sienten a hablar. Jugar con esa figura del Papa, que genera más simpatía casi fuera de la Iglesia que para algunos sectores de dentro. Un ejercicio de inteligencia política".

Quién es el católico español hoy

Entonces, como católico, ¿a quién apela este gesto? Para el profesor de Teología Pedro Castelao, se identifica como católico no practicante hoy en España “alguien que ha hecho un recorrido personal”. "El perfil es una persona mayor, de 60 años en adelante, muy conservadora (la gente de izquierdas suele ser menos católica), con un nivel de estudios medio bajo. Cada vez cae más por el número de practicantes, que se mide por ir a misa. Y desde la pandemia esa gente es menos", sostiene José Manuel Vidal.

La Iglesia "sigue conservando un capital simbólico potente, sigue estando muy presente en todas partes, incluso en la España Vaciada", continúa Vidal. "Iglesias hay en todas partes, pero sin nadie; las manifestaciones de religiosidad popular son las únicas a las que se sigue conectando la gente joven, como la Semana Santa. La Iglesia se está queriendo centrar en eso precisamente. Eso, las fiestas populares, las romerías, el santuario de la Virgen el Rocío, es donde se va a volcar, va a echar el resto. Porque es el único espacio de movilidad intergeneracional".

"La Iglesia sigue siendo la empresa global internacional por antonomasia. Está perdiendo mucho personal. Ahora está en torno a los 20.000 curas, los seminarios están todos vacíos, hay una reestructuración de seminarios porque no son capaces de mantenerlo. Lo que les queda es el creyente, y a eso se agarra el Papa Francisco con sus estrategias", sostiene el director de Religión Digital.

Los católicos no practicantes son "la cola del cometa: una especie de poso que deja detrás largos siglos de transmisión generacional de la fe. Uno puede no haber optado por practicar la fe, pero al mismo tiempo le queda de alguna forma ese rescoldo, esos valores, esa tradición, un ambiente familiar en el que yo me he criado que, aunque yo no practico, creo que puede ser bueno para mi hijo”, explica el teólogo Castelao.

Se trata, en suma, de un perfil híbrido: alguien que personalmente no practica, pero al mismo tiempo no se desprende del todo de esa tradición en la que ha sido educado. “Es un fenómeno ambigüo: muestra esta tradición, pero esa atmósfera creyente no ha penetrado dentro de él. Es un déficit y una oportunidad", cree Castelao. "Cuando en una hoguera aún hay rescoldo, cuando bajo las cenizas aún hay un fuego ardiente, la Iglesia tiene el reto de avivar esa llama”... porque no lo hará la política.