Cuando explotó el escándalo de su fortuna, Pujol llegó a un pacto con Artur Mas, que le echaran a él "mucha mierda" para que al partido le quedara poca. Como un mártir, aceptaba la purga pidiendo que le expulsaran y que le retiraran todos los honores que tenía como expresident.

Pero a cambio, pedía mantener limpia su obra política y no renunciar a ella. Para él es un error haberle cambiado el nombre a su partido, y dice que todo ha hecho daño a Convergència y beneficiando a ERC. "Si las cosas empeoran un poco por parte del Partit Demòcrata Català, es fácil que el presidente sea Junqueras", afirma.

Pujol ve como presidente a Junqueras, aunque a él le gustaría que lo volviera a intentar Mas, aunque para eso debería rehacer su liderazgo porque "ha quedado un poco tocado".

Además, cree que Mas podría quedar "hundido" si le inhabilitan. Aunque peor ve el futuro de Homs, de quien piensa que incluso podría entrar a la cárcel.