El rey focalizó su discurso en el colectivo menos cercano a la Monarquía, "nuestras generaciones más jóvenes a las que me voy a dirigir especialmente". Con sus palabras, Felipe VI trató de hacer partícipes de la Transición a quienes no la vivieron porque en su opinión, "ese camino permite entender por qué y cómo España ha conseguido el cambio más radical de su historia, por qué y como ha avanzado y prosperado".

Y reclamó el legado que supone para las generaciones futuras el actual sistema constitucional que permitiría "asegurar a los jóvenes nuevas décadas de progreso y avance como las que nosotros hemos vivido".

En definitiva, trató acercarse a aquellos con los que reconoció, hay una deuda pendiente porque "somos responsables de su futuro. Las circunstancias de hoy en día no son fáciles".

Un giro en el mensaje del monarca que los expertos califican de necesario, porque como explica la periodista Carmen Enríquez, "él tiene claro que recuperar la confianza de un sector tan amplio de la sociedad es clave en estos momentos". Y piensa además que habría conseguido su objetivo porque "se refirió a lo que preocupa a la sociedad".

Una cercanía que Felipe VI buscó hablando también de los dos principales problemas que enfrentan los jóvenes: el paro y la precariedad laboral. "Sabéis que es difícil encontrar trabajo sin una adecuada formación y aunque muchos la tenéis, a veces os veis obligados a ocupar un puesto de trabajo que no es para el que os habéis preparado", dijo en su discurso.

El jefe del Estado llamó a toda la sociedad a implicarse para construir una España mejor más cohesionada y comprometida en el futuro.