Todo habría empezado en las cenizas de Banca Catalana. Según cuenta 'Vozpopuli', la jugada multimillonaria se consumó un minuto antes de que el Estado rescatara la entidad en 1982. Justo cuando Jordi Pujol vendió sus acciones por 700 millones de pesetas. También cuando un año después, el propio Pujol habría apalabrado con el dueño del Banco Vizcaya otros 500 millones de pesetas por quedarse en subasta con la financiera catalana. En total, al cambio, cerca de 7 millones de euros que durante estos años habrían generado unos intereses de más de 40. 

Hoy, el fiscal que en su día acusó a la cúpula de Banca Catalana recuerda que los desmanes en la entidad quedaron demostrados, pero el Tribunal miró para otro lado, según ha dicho Jiménez-Villarejo, exfiscal anticorrupción, en 'Al Rojo Vivo', "a lo largo de 34 años Hacienda ha mirado hacia otro lado en el 'caso Pujol"

Cosas del destino, ahora Jiménez-Villarejo figura en esta querella que interpone contra toda la familia Pujol su partido, Podemos, junto a Guanyem Barcelona, Iniciativa Per Cataluña y otras formaciones. En palabras de Íñigo Errejón, fue "un negocio permante de casino y de amigos".

Lo que se habría originado con la repartición del pastel de Banca Catalana se multiplicó con el cobro de comisiones. Lo cuenta el 'El Confidencial' citando fuentes de la UDEF: el famoso 3% no era un 3%, sino un 5%, como asegura Carod Rovira. Esa versión se acercaría más a las cuentas de la Policía. En definitiva, un 3% de mordida iba a las arcas del partido, y otro 1,5% directamente a los fondos del clan.