De nuevo y más que nunca la participación será decisiva en el resultado de las elecciones. "La participación es el gran enigma en estas elecciones", confiesa Lluis Orriols. Las generales de 2016 son el único precedente de repetición electoral en España. Entonces la participación cayó en 3,4 puntos. El 10 de noviembre, según los expertos, también bajará: "Hay algunas casas de encuestas que estiman caídas de entre tres y cinco puntos", desvela Pablo Simón.

La incógnita adicional es a qué bloque o partido castigará más una posible desmovilización: "Unidas Podemos tiene un electorado más joven y si no es capaz de activarlos en campaña podría perder por ahí. Ciudadanos también podría tener una pérdida de votos hacia la abstención y el bloque de la izquierda podría sufrir si la gente con menos recursos decide quedarse en casa en mayor proporción", estima Simón.

A estos comicios se llega con hartazgo: "Puede desmovilizar el hecho de que sean las cuartas elecciones generales en cuatro años, a las que hay sumar las autonómicas, municipales y europeas", dije Cristina Monge. "A este cansancio también hay que añadirle un hastío a los partidos políticos por no haberse puesto de acuerdo", defiende Orriols.

Y con el fenómeno Vox desinflado. "Ese elemento se ha diluido bastante", asegura Monge. "Si la izquierda vuelve a percibir la amenaza de Vox, el voto del miedo es un gran activador en ese espacio", pronostica Oriols.

Otro movilizador sería la entrada en la competición del partido de Errejón, que podría activar a los votantes de izquierda descontentos. "Podría ser un revulsivo para movilizar a un electorado que es flotante entre Unidas Podemos y PSOE", asegura Monge. "El electorado enfadado con Podemos o PSOE tendría una válvula de escape que le permitiría castigar a Pedro y a Pablo pero al mismo tiempo sumaría a la izquierda", augura Orriols.

El voto, dicen los expertos, se decide cada vez más tarde. Una buena campaña podría llevar al electoral electorado a las urnas.