Pedro Sánchez le devolverá la moneda a Rajoy seis meses después de que el líder popular le dijera 'no' en su investidura, y precisamente aferrado a ese 'no' llegará el líder socialista a la sesión de investidura.
Y con ese no, pondrá al candidato del PP en la misma tesitura que afrontó él, "una votación con la crónica de una de derrota política anunciada".
Cuando Sánchez fracasó, Rajoy le culpó diciéndole que "no movió ni un dedo para formar gobierno", una actitud idéntica a la utlizada ahora desde los socialista, afirmando que "la única responsabilidad de haber fracasado en la investidura es suya".
Pero el Líder del PSOE defenderá en la tribuna que su postura tiene fundamento más allá de la derrota política de Rajoy, recordando que "un presidente atenazado por casos de corrupción que avergüenzan a todos los españoles no puede ser el que lidere una regeneración".
Hasta ahí su arsenal ofensivo, pero también necesitará munición para defenderse ante el escenario de terceras elecciones del que el PP le responsabiliza, y con el que en su propio partido parece abrirse el debate.
Debate que el PSOE intenta zanjar mirando a la militancia. Con el arugmento de que son la alternativa a Rajoy y no su muleta, se sacudirán las alusiones al sentido de estado.