La corrupción política es una de las mayores preocupaciones de la población española, una lacra que parece afectar a todos los partidos. La tendencia actual obliga a sospechar que cualquier persona que se dedique a la representación social terminará corrompiendose, pero Alberto Garzón rechaza el pesimismo: "La corrupción es estructural y está enquistada en las instituciones políticas, por tanto es un problema que tiene que ver con el propio diseño político".

"Esta corrupción no afecta a todos, pero sí lo hace a suficiente gente como para plantearnos que la cesta que lleva las manzanas es la que realmente está podrida, y no solo algunas frutas", opina el político.