El general Juan Prim es "prácticamente imposible" que sobreviviera a sus heridas los tres días que oficialmente se dijo, tras el atentado de 1870, y su momia presenta señales "compatibles con una posible estrangulación a lazo", además de que fue "suplantado por sus asesinos".

Así lo señala en sus conclusiones la Comisión Prim de Investigación, formada por expertos de la Universidad Camilo José Cela, que han estudiado el cuerpo embalsado del que fuera presidente del Gobierno (septiembre de 1869 - diciembre de 1870).

"Hemos resuelto un crimen del siglo XIX con los avances tecnológicos del siglo XXI", ha señalado el presidente de la Comisión, Francisco Pérez Abellán, para quien la realidad de la muerte del general "está en su momia", conservada en Reus (Tarragona) perfectamente 142 años después.

"El hallazgo más sorprendente e inesperado" son los surcos y marcas en el cuello de la víctima "compatibles con una posible estrangulación a lazo", señala el texto.

Los surcos en el cuello "encajan así en una necesidad de los asesinos de Prim de no permitir la recuperación del mismo, del que asustaban tanto su fortaleza física como su fortuna de salir indemne".

Dichas señales han sido estudiadas "hasta descartar artefactos postmorten capaces de producirlas y procedimientos de embalsamamiento", aunque seguirá la investigación hasta despejar la última duda".

El general, cuyo coche de caballos sufrió una emboscada el 27 de diciembre de 1870 en la madrileña calle del Turco, recibió heridas de bala que, "contrariamente a lo que se ha aceptado hasta ahora, fueron de gravedad" y los expertos consideran que "es prácticamente imposible que se produjera la supervivencia de los tres días oficiales".

"Hemos resuelto un crimen del siglo XIX con los avances tecnológicos del siglo XXI"

Se deja así en evidencia "el falso comunicado del Gobierno de la época, que hablaba de heridas leves y, aunque no alcanzaron ningún órgano vital", los impactos del hombro izquierdo, como destaca el sumario de la época, resultarían "mortal ut plurimum" (mortal de necesidad).

Esas lesiones causaron que el general no pudiera caminar normalmente, ni tener un habla "normalizada y fluida" y sus brazos quedaron inútiles. El informe destaca que Prim fue "suplantado por sus asesinos, quienes, deliberadamente faltaron a la verdad en un discurso a la nación sobre la gravedad de sus heridas y engañaron al rey Amadeo I a su llegada al puerto de Cartagena".

Al rey lo fue a recoger, en nombre de Prim, "aunque este no lo pudo ordenar", uno de los que más habían combatido su designación, el almirante Juan Bautista Topete, partidario del duque de Orleans para el trono. "El nuevo rey quedaba así en manos de sus peores enemigos".