"Pero al otro lado de la mesa me encontré una silla vacía, porque no había otra cosa para él que no fuera celebrar el referéndum", ha afirmado el exdelegado del Gobierno de Cataluña Josep Enric Millo en el juicio del 'procés'.

Millo ha reconocido que durante la primera parte de sus 18 meses de mandato, que comenzó en noviembre de 2016, siempre tuvo una relación "correcta y de colaboración en todos los aspectos" con el Govern de Puigdemont, que "solo se complicó con relación a lo hechos" que se juzgan en el alto tribunal.

Desde el principio, según el delegado del Gobierno de Mariano Rajoy en Catalunya, mantuvo varias reuniones con Puigdemont "en privado" a petición del propio expresidente, de las que recuerda especialmente dos, en febrero y en mayo de 2017.

"Mi interés era persuadirle de que mantener esa posición era muy mal camino, que su obligación era cumplir con la Ley, pero su posición siempre fue la misma, no había ningún otro tema del que le interesase hablar que el de conseguir el beneplácito para un referéndum", ha manifestado a preguntas del fiscal Javier Zaragoza.

También ha recordado Millo -que ha comienzo de la sesión ha rechazado el ofrecimiento de la Fiscalía de poder declarar sin que su imagen fuera emitida por televisión- una cena que celebró con el expresidente.

"Estuvimos charlando mucho rato", ha relatado ante la Sala, recordando que le insistió que mientras que no llegara a convocar un referéndum podrían aún encontrar una salida en base al interés general de los catalanes, que no era el de la independencia.

"Su respuesta fue contundente", ha continuado Millo, ya que Puigdemont le dijo que no podía dar "marcha atrás" porque estaba comprometido y anunciaría el referéndum, lo que hizo tres días después. Millo considera este momento un punto de inflexión "prácticamente irreversible" y que entonces acabó entre ellos la relación formal.

El exdelegado ha asegurado que en Cataluña se produjeron unas 150 acciones con un "claro componente violento" por su agresividad, acoso, ataques a personas, hostigamiento, lanzamiento de objetos -algunos incendiarios- bajo la premisa de que "alguien nos está atacando".

Ha descrito un escenario de más de 150 acciones en diversos municipios, edificios públicos, en las sedes de las subdelegaciones del Gobierno, ante la propia delegación de Gobierno, en cuarteles de la Guardia Civil y hoteles donde se alojaban policías nacionales que dieron lugar a "episodios de acoso, hostigamiento y violencia".

Unas acciones, ha añadido, con "cercos, arrojo de objetos, incluso incendiarios, acoso a los propios agentes, a las comitivas judiciales, a los vehículos y a hoteles con policías hospedados".