La jueza Margarita Robles vuelve de nuevo en esta nueva legislatura a ser ministra de Defensa, un ministerio que lleva dirigiendo desde 2018, desde el mismo día en que Pedro Sánchez se convierte por vez primera en presidente del Gobierno, tras la moción de censura a Mariano Rajoy. Es, además, unas de las ministras mejor valoradas del Ejecutivo, según los índices de popularidad nacional.

Robles es una de las incondicionales del presidente Pedro Sánchez dentro del PSOE. Lo demostró quedándose a su lado cuando éste fue derrocado en el ya famoso Comité Federal del PSOE del sábado 1 de octubre de 2016 y apoyándolo de nuevo cuando anunció su candidatura a la secretaría general del PSOE, en 2017, consiguiendo salir elegido, tras las primarias, en las que competía con Susana Díaz y Patxi López.

De este modo, Robles que no es militante del PSOE por su condición de jueza, se convirtió en una persona incondicional (y probablemente también la más independiente) dentro del partido y sobre todo del presidente. Ella fue también una de las 15 personas de ese grupo que dijo "no"a la investidura de Mariano Rajoy en 2018, rompiendo por tanto la disciplina de partido que había decidido abstenerse para dejar que el PP gobernase.

En ese 2018, Sánchez convirtió a Robles en la portavoz del PSOE en el Congreso y luego, una vez ya en el gobierno, tras la moción de censura de Rajoy, la designó ministra de Defensa, cargo que revalida de nuevo tras cinco años en el cargo.

"Tengo un compromiso personal con el presidente del gobierno, Pedro Sánchez y con el PSOE", asegura nada más conocer que volvería de nuevo a concurrir en las listas del PSOE en las elecciones generales del 23-J. Meses más tarde, y una vez elegido Pedro Sánchez presidente de España tras el debate de investidura del pasado 15 y 16 de noviembre, Robles afirmaba a los medios estar "muy feliz y con muchas ganas de trabajar".

De jueza número 1 de su promoción, a ministra con Sánchez

Hija del abogado Salvador Robles y de la asturiana Margarita Fernández, la ministra nació en León en el año 1956, aunque tiene una marcada ascendencia asturiana por parte materna, de la que siempre ha presumido y cuya relación continúa siendo muy estrecha, tanto que tiene tiene allí una casa y suele ir muy a menudo.

Su abuelo -decía Robles- era toda una 'institución' en Oviedo, pues había sido mozo de maletas en la Estación del Norte, tal como cuenta el diario asturiano La Nueva España. Robles, confiesan desde el periódico, dice sentirse "la más ovetense del mundo".

Más adelante, y cuando la ministra tenía solo 12 años, su familia se trasladó a Barcelona y allí, en la Universidad Central, estudió Derecho. En 1981, con sólo 23 años se convirtió en jueza, clasificándose como la número uno de su promoción. Como curiosidad, en esas oposiciones de la promoción del 81, había dos 'rivales' que seguro a todos nos suenan: el juez Baltasar Garzón que obtuvo el número 11 y la jueza Manuela Carmena, ex alcaldesa de Madrid, que empezó su carrera hacia la judicatura tras los atentados de los abogados laboralistas de Atocha en el 77.

Empezó entonces Robles, una carrera como jueza, primero en varias ciudades catalanas y después en Euskadi, en Bilbao. Después y con 34 años, en 1990, fue magistrada de la Audiencia Provincial de Barcelona (que luego también presidió) y tres años después fue nombrada subsecretaría del Ministerio de Justicia e Interior de España, cartera que en aquel momento presidía Juan Alberto Belloch.

Durante los años más convulsos de la legislatura de Felipe Gónzalez y de en concreto ese ministerio, con el famoso caso Roldán, Robles fue secretaria de Estado del Ministerio del Interior, entre 1994 y 1996. Algunas de sus acciones: impulsar la investigación del secuestro y asesinato de José Antonio Lasa y José Ignacio Zabala, retirar los fondos de los GAL y ordenar la busca y captura del mismo Luis Roldán.

Después, con el PP y José María Aznar en el gobierno y en La Moncloa, volvió de nuevo su ejercicio como jueza, esta vez en la Audiencia Nacional y más tarde, en el Tribunal Supremo como magistrada y después como vocal del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ).

Fue en 2016 y de la mano de Pedro Sánchez cuando vuelve a la primera línea de la política. Dos años después,en 2018 es nombrada Ministra de Defensa. Una de sus primeras acciones que levantaron cierta polémica fue la de paralizar la venta de 400 bombas a Arabia Saudí para proteger a la población de Yemen.

Su popularidad se disparó en la pandemia del COVID-19, uno de los momentos más complicados sin duda, para la sociedad pero su gestión fue aplaudida y valorada por muchos. De hecho, se convirtió en el año 2021, en una de las ministras mejor valoradas del gobierno de Pedro Sánchez.

También ha sido y es una de las personas más críticas con la no renovación, por parte del PP del CPGJ, que todavía sigue sin ejercer. Ahora, tiene de nuevo, a priori, 4 años por delante para dirigir una vez más el ministerio de Defensa.