Gernika ha amanecido como un día cualquiera laborable. Sólo las ikurriñas con crespones negros recuerdan que donde hoy hay lluvia hace 80 años había bombas.7.000 bombas durante dos horas y cuarto que arrasaron la villa y que los supervivientes aún recuerdan: "Venían de tres en tres los aviones y bomba, bomba".

"Mi madre murió a consecuencia del bombardeo de Gernika. Yo nací ahí y resucité ahí. Gracias a mi padre, si no, hubiésemos muerto ahí", explica un vecino.Ahora pueden hablar, durante muchos años se prohibió contar la verdad de lo ocurrido: "Cremallera durante años aquí ha habido".

Los nazis usaron bombas incendiarias, algo que estaba prohibido.Aun así, hay lugar para la reconciliación. Es el abrazo de Luis, un superviviente, con un descendiente del jefe nazi que ordenó el bombardeo. "Gernika es para nosotros una muestra de que no se puede vivir con los sentimientos de venganza, de culpa y de amargor", explica Von Richthofen.

"Es admirable, la familia no tiene ninguna responsabilidad de lo que pasó aquí. Las cosas fueron como fueron, eso ya pasó", explica un superviviente del bombardeo. El reencuentro de Luis y de Dieprand se podrá ver íntegro este viernes en laSexta Columna. 'Gernika, ensayo de Hitler, mentira de Franco' recuerda lo que nunca debemos olvidar.