Un hombre pega una patada a un coche que arrasa con las cruces amarillas que encuentra a su paso. Otros discuten por los lazos, y otros, en la noche, retiran símbolos independentistas. Les lazan vasos de cristal. Llegan incluso a las manos. Son algunos de los encontronazos entre partidarios de la independencia y aquellos que están en contra.

Unos choques que para los políticos independentistas no son un conflicto social. "En Cataluña lo que hay es un debate político de gran intensidad", ha argumentado David Bonvehí, presidente del PDeCat. Para Podemos, poner lazos amarillos es una cuestión de libertad de expresión "y no puede ocurrir que alguien se tome la justicia por su mano y los retire", según ha apuntado Ione Belarra.

"Los espacios públicos deben ser espacios neutrales", ha respondido, no obstante, Salvador Illa, miembro del equipo del PSC. Albert Rivera va más allá: pide a Sánchez la aplicación del 155. "Lo que no podemos es convertir a Cataluña en un territorio sin ley", ha argumentado el presidente de Ciudadanos.

Mientras, los CDR y la asamblea Nacional catalana distribuyen un nuevo grito independentista. Un plan de resistencia que presagia un otoño caliente con el ojo puesto en dos fechas: el 11 de septiembre, día de la diada, y el 1 de octubre, día en que se cumple un año de la consulta independentista.