Los pacientes de la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) llevan más de nueve meses confinados en casa por la pandemia de coronavirus. "Y con mucho miedo, más que los demás", ha matizado Luis María Barbados, uno de los españoles que sufre esta enfermedad. La misma vida que lleva Juan Traver: "Solo salimos para lo estrictamente imprescindible".

Luis María y Juan son dos de los más de tres millones de enfermos crónicos de EPOC en España que temen las consecuencias de un contagio por COVID-19. "Con toda seguridad ingresaríamos en un hospital. Con toda seguridad terminaríamos en la UCI, y con un 40% de probabilidades no saldríamos de allí", ha apuntado Juan. Su patología les hace ser extremadamente vulnerables.

"Tener EPOC supone multiplicar por siete el riesgo de fallecer por la COVID. Además, en la primera ola, el 22% de los fallecidos por COVID en España tenían EPOC", ha explicado Nicole Hass, portavoz de la Asociación de Pacientes con EPOC (APEPOC), organismo que ya ha pedido al Ministerio de Sanidad poder vacunarse cuanto antes. Julián Durand, otro paciente de EPOC, matiza esta necesidad: "Sobre todo a las personas graves, y también a quienes las acompañan y ayudan".

En su caso, convive con otra persona con la misma patología, pero con un estado más avanzado. "Si yo me llego a contagiar, esta persona está condenada", ha asegurado Julián. Según el protocolo de vacunación, tras los grupos prioritarios de la primera fase, podrían vacunarse algunos pacientes con enfermedades crónicas. Pero esta misma semana, el ministro Salvador Illa anunciaba quiénes serían los siguientes: "Los siguientes serán las personas mayores de 80 años".

Una decisión que, según han denunciado los enfermos de EPOC, les deja indefensos frente al virus una vez más. "Es indecente que las personas con enfermedades crónicas queden relegados de nuevo mientras vemos cómo se están administrando vacunas a grupos que no les toca", ha lamentado Nicole Hass. Creen que si sobran viales abiertos se podrían destinar a colectivos como el suyo para no desperdiciar vacunas, y evitar así que los grupos más vulnerables sigan estando en peligro.