Leoncio Badía era conocido como el 'enterrador de Paterna', una profesión que, tras la guerra, no pudo elegir. "Le dijeron: 'Oye, rojito, ¿tú quieres trabajar? Pues ve a enterrar a los tuyos", recuerda ahora su hija, María Milagros Badía.

Más de 2.200 republicanos fueron fusilados en el paredón de Paterna, y a muchos de ellos, la mayoría, los enterró Leoncio. "Muchas veces los lavaba para enseñárselos a los familiares por la noche. Los trataba con mimo", relata María Milagros. Uno de ellos fue el padre de Pepita, fusilado en 1940.

Leoncio le dejó una pista tras su nuca para poder identificarlo. "Si no fuera por Leoncio, todo esto no existiría", afirma ahora Pepita. El 'enterrador de Paterna' ayudaba a las familias a tener un último recuerdo de los fusilados y les detallaba su ubicación exacta.

"Gracias a su trabajo, la mayor parte de las familias pudieron identificar las fosas. Y a partir de ahí, nosotros, 80 años después, podemos iniciar procesos de excavación y exhumación", explica Miguel Mezquida, arqueólogo y director del Aqueocentro. Sus acciones eran arriesgadas, según cuenta ahora Matías Alonso, presidente del Grupo para la Recuperación de la Memoria Histórica: "Aquellos gestos le podían haber costado la vida".

Por eso, el 9 de octubre la Generalitat Valenciana de 2019 le entregó, a título póstumo, su más alta distinción; por ayudar a tantas familias a dar dignidad a la memoria de sus seres queridos.